domingo, 8 de enero de 2012

sociales grado 7

EJE TEMATICO 2
La epopeya persa de Rostam y Esfandiyar del Shahnameh. Este tipo de relatos influirían posteriormente en las canciones de gesta europeas.
Cultura musulmana es la expresión utilizada por los historiadores para describir todas las prácticas culturales de los pueblos islamizados, sobre todo en el pasado. Se considera que la cultura musulmana tuvo su apogeo durante la Edad Media en Occidente, época que coincide con la máxima extensión que llegaron a tener los diferentes reinos de tronco musulmán.

Cultura religiosa

El Islam es una religión monoteísta, cronológicamente la tercera gran corriente monoteísta de la familia de las religiones abrahámicas. Su origen se sitúa en la península arábiga en el siglo VII de nuestra era. Su libro sagrado es el Corán, libro que según el dogma habría sido revelado al profeta Mahoma por medio del arcángel Gabriel. Los cinco pilares del islam constituyen los preceptos fundamentales obligatorios para los musulmanes. Estos son:
  • La profesión de fe o Shahada, consistente en declarar lo siguiente:
Ašhādu anna lā ilāha illā [A]llâhu wa anna Muhammadan rasūlu l-lâh, esto es "doy fe de que no hay más divinidad que Dios y Mahoma es el mensajero de Dios".
  • La oración o Salat, que obliga a cada creyente a rezar cinco veces al día en dirección a La Meca.
  • La limosna o Zakat, con la cual una vez al año cada musulmán debe dar a las personas más pobres de su comunidad una cuarenteava parte de sus haberes si es que excede de un determinado mínimo.
  • El ayuno o Saoum, que consiste en abstenerse durante el més de Ramadán de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde la salida hasta la puesta del sol.
  • La peregrinación a La Meca o Hadj, que debe realizarse por lo menos una vez en la vida para quien tenga las capacidades físicas y materiales de hacerlo. Es entre el 8 y el 13 del mes lunar de Dhou al Hijja cuando se lleva en efecto el gran peregrinaje a La Meca.

Ciencias

Al-Jazari, libro del siglo XIII.
Las ciencias y técnicas islámicas se desarrollan principalmente en la Edad Media, en el contexto político religioso de la expansión musulmana. El mundo musulmán tuvo su apogeo entre el siglo VIII y el siglo XIV, hablándose de éste periodo como la "Edad de oro de la ciencia árabe".
Su desarrollo se inicia en la ciudad de Damasco de los últimos omeyas y en la Bagdad de los primeros abbásidas. Esto se debió principalmente a una apropiación del saber debido a la traducción masiva de obras de la Antigüedad, que trataban temas de física, matemática, astronomía e incluso medicina; traducciones que contribuyeron en la creación de una cultura árabe clásica, nunca más igualada en aquella zona geográfica posteriormente.
En éste contexto, la lengua árabe, lengua del corpus sagrado del Islam, jugará un rol esencial como herramienta y vehículo de ésta cultura, que entonces no era sólo una simple traducción del pensamiento griego, pues ahora lo había complementado con numerosas innovaciones. La situación de ser un punto de encuentro entre Oriente y Occidente le permitió al Imperio árabe adoptar en parte algunas influencias indias y chinas al respecto.

Literatura

El Corán sin lugar a dudas la obra más influyente en la literatura musulmana, no sólo por el carácter religioso que tiene, si no también por su compleja redacción y calidad literaria, rica en figuras literarias, siendo el Corán la más compleja obra que cualquier otra escrita con anterioridad en la zona. La época de mayor impacto del Corán es conocido como árabe clásico. Junto con el Corán, en los primeros tiempos de la literatura musulmana se halla una cantidad significativa de textos religiosos de poderosa significación y alcance, tales como las sunnah, el tafsir o Comentario sobre el Corán y las palabras de Alí recopiladas por Nahj al-Balaghah, también conocidas como El camino de la elocuencia.
El Corán.
Al iniciarse las búsquedas por parte de los primeros musulmanes acerca de la vida de Mahoma y de los significados de la sunnah, se comienza a generar el desarrollo de una verdadera erudición islámica, cuyas cumbres se encuentran sobre todo en el campo de la poesía, además del desarrollo de diversas áreas literarias, como las biografías del profeta escritas una por Wahb ibn Munabbih y la más reconocida hecha por Muhammad ibn Ishaq, los estudios gramáticos encargados por el Califa Alí a Abu al-aswad al-Du'ali y perfeccionados por Sîbawayh, y el primer diccionario de árabe llevado a cabo por Khalil ibn Ahmad.
Las obras literarias de mayor reconocimiento de la cultura musulmana son las crónicas de viajes, iniciadas por Ibn Khurradadhbih, pero con su mayor genio en los relatos de Ibn Battuta. En el campo de la historia, la obra Muqaddima de Ibn Jaldún no tiene parangón dentro del contexto árabe clásico. En el campo de la prosa ficticia de origen popular, destacan las obras Las mil y una noches, Aladino y la lámpara maravillosa, Alí Babá y los cuarenta ladrones y Sinbad el marino.

Arte

El arte islámico no es necesariamente religioso: El Islam aquí es considerado con mayúscula, lo que refleja a una civilización, no como una religión. El arte islámico es posible encontrarlo en todo el espacio geográfico ubicado entre España y la India principalmente, junto con otras zonas pobladas por musulmanes. En la época clásica, el empleo de una única lengua en todo el territorio dio un sentido de unicidad al arte islámico, que desde un comienzo tiene un sentido fino de arte, reflejado en su caligrafía.
La arquitectura tiene una función sumamente especifica en el mundo islámico, y eso es visible tanto en sus mezquitas como en sus madrazas, estructuras construidas en las más diversas formas y variedades. Si bien prácticamente no hay un desarrollo de la escultura en el arte islámico, si es destacable el trabajo realizado en objetos de metal, marfil y cerámica, objetos elaborados con una gran perfección técnica. También son destacables el nivel de las pinturas e ilustraciones de libros (sagrados y profanos) que se llevaron a cabo en la antigüedad.
El Domo de la Roca es un ejemplo clave de la arquitectura islámica

Arquitectura

La Arquitectura islámica es un término amplio que agrupa los estilos religiosos propios de la cultura islámica desde los tiempos de Mahoma hasta nuestros días, influenciando en el diseño y construcción de edificios y estructuras por todo el mundo.
Los tipos principales de construcciones de la arquitectura islámica son: la Mezquita, la Tumba, el Palacio y el Fuerte; aunque también destacaron edificaciones de menor importancia como los Baños Públicos, las Fuentes y la arquitectura doméstica.
Se dice que la Columna, el Arco y la Cúpula son la "Santísima Trinidad" de la arquitectura islámica, ya que las tres juntas son características que le dan belleza y originalidad.

Música

La música árabe se clasifica en tres tipos: clásica, sentimental y tradicional. En ella se pueden encontrar desde piezas de música secular y popular, hasta algunas de carácter eminentemente religioso. Es particular el enfoque que la música árabe le otorga a la melodía y al ritmo, generando una música homofónica y contrapuesta a la cuestión armónica.
Parte de los conceptos musicales árabes han entrado en contacto con la música de otras latitudes, destacando su presencia en el flamenco europeo y en ritmos africanos, tanto





OestLos mongoles antes de Gengis Khan Los pueblos mongoles pertenecen al amplio grupo de pueblos mongoloides, del que también forman parte chinos, japoneses, coreanos, thais, etc. Su medio geográfico configuró una forma de vida nómada, basada en el pastoreo de cabras, ovejas y caballos, muy similar a la de otros pueblos esteparios, como los turcos y los tunguses (manchúes), con los que también comparten una filiación lingüística (lenguas uralo-altaicas). Parece que su hábitat original se situaba en las llanuras al sureste del lago Baikal, aunque algunos grupos se extendieron al norte del mismo, en la taiga siberiana, donde vivían de la caza. Su forma de vida motivó la extremada sencillez de las sociedades mongolas. Agrupados en tribus, vivían en tiendas que transportaban consigo en sus desplazamientos en busca de nuevos pastos, no practicaban la agricultura ni tenían ciudades o asentamientos permanentes. El chamanismo y la veneración de los fenómenos naturales constituían sus principales prácticas religiosas.
Estas circunstancias motivaron el que los mongoles raramente fundaran Estados, aunque se dieron algunas excepciones. Como otros pueblos nómadas, los mongoles eran excelentes arqueros y jinetes. Convertidos en una fuerza guerrera, su extremada movilidad y velocidad hacía de ellos una seria amenaza para cualquier ejército. Gracias a ello consiguieron fundar efímeros Estados en diversas épocas, como el reino de Yen (siglo IV), el imperio juan-juan (siglos V y VI) o el de los kihtan (siglos X y XI) al norte de China, o el de los kara-kitai (siglos XI y XII) en Asia Central. A causa de la inestabilidad interna y de la presión de otros nómadas, frecuentemente azuzados por el imperio chino, estos Estados solían desaparecer rápidamente, y las tribus mongolas volvían a su existencia errante.
Gengis Khan
En 1196 Temuyin, un jefe de clan mongol, fue elegido khan o kan (soberano) por una asamblea de las tribus. En pocos años sometió a su autoridad a todas las tribus turcas y mongolas que vivían en torno al Baikal, y en 1206 fue proclamado khagan (soberano supremo) por todas las comunidades, y adoptó el nombre de Gengis Khan (soberano universal). Organizó su nuevo Estado sobre dos pilares. El ejército fue dividido en tres tipos de fuerzas: una caballería pesada para romper las formaciones enemigas, una caballería ligera (la especialidad mongola), que con sus continuos y rápidos ataques y retiradas hostigaba y debilitaba al enemigo hasta vencerlo, y cuerpos auxiliares de ingenieros e infantería, normalmente reclutados entre los pueblos sometidos, y empleados en los asedios de ciudades. Los hombres eran repartidos en nuevas unidades, rompiendo las tradicionales agrupaciones tribales, lo que daba cohesión al conjunto, reforzado por la presencia de los 10.000 bahadur, la guardia personal del Khan. La movilidad y sobriedad de este ejército y la organización de un eficaz sistema de correos (yam) permitían desplazar rápidamente grandes contingentes de tropas a lo largo de enormes distancias y concentrarlas por sorpresa contra el enemigo, con efectos devastadores.
Por otro lado, la yasa era la ley imperial que daba cohesión y organizaba el conjunto de las Instituciones del Imperio. La soberanía era electiva dentro de la familia de Gengis Khan, cuyos miembros acaparaban los máximos poderes civiles y militares. La cancillería imperial y el tribunal supremo eran dirigidos por mongoles. El Imperio se dividía en distritos militares, y los jefes del ejército, miembros del gran consejo imperial, se encargaban también de la administración, auxiliados por una numerosa y eficiente burocracia, escogida entre los pueblos sometidos.
Con estos elementos, los mongoles emprendieron una espectacular serie de conquistas. En 1209 sometieron el reino tungús de Xixia, después conquistaron el norte de China hasta Pekín (1215). Gengis Khan obtuvo el vasallaje pacífico de los kara-kitai (1218) y atravesó sus tierras en 1221 para conquistar el sultanato turco musulmán de Jwarizm (noreste de Irán). Combinando la tolerancia con las poblaciones sometidas pacíficamente y la mayor crueldad con los enemigos vencidos, convirtió el terror en un arma tan eficaz como su ejército. Sus lugartenientes Subotay y Djebe realizaron una incursión al sur de Rusia, venciendo a os cumanos y los rusos en Kalka, en 1223.
Sus primeros sucesores
A la muerte de Gengis Khan (1227) el imperio, que se extendía desde Manchuria hasta el mar Caspio, estaba repartido entre su hijos, bajo la soberanía del Gran Khan. En 1229 la asamblea de los nobles mongoles eligió para este puesto a Ogodei. este continuó las conquistas mientras organizaba el imperio, estableciendo ¡a capital en Karakorum (1235). El imperio Km del norte de China fue totalmente conquistado (1234), así como gran parte de Persia (1239). Batu, sobrino de Ogodei, acompañado por Subotay y Mangu, marchó sobre Occidente, destruyendo a los búlgaros del Volga (1236), aplastando a los rúsos y tomando Kiev (1240). Atacó entonces Polonia, Hungría y Alemania, llegando hasta el Adriático (1241). Pero cuando iba a atacar Viena, la noticia de la muerte de Ogodei le hizo volver rápidamente a Karakorum para defender sus derechos al trono. Tras un periodo de minorías y regencias (1241-51), durante el reinado de Mangu Khan (1251-59) el imperio alcanzó su máxima extensión. Su hermano Hulagu, gobernador de Persia, acabó con la secta de los asesinos (1256) y conquistó todo Irak, ejecutando al último califa de Bagdad (1258), pero fue vencido por los mamelucos de Egipto en Am Yalut (1260).
Kublai Khan y la disgregación del Imperio
Kublai, otro hermano de Mongu, encargado de la conquista del Imperio chino de los Song, fue elegido Gran Khan (1260-1294). En seguida trasladó su capital a Pekín, llamada Kanbalik. Desde allí completó la conquista de toda China (1279) y envió expediciones contra Japón, Indochina e Indonesia. Bajo su reinado y el de sus sucesores, el Imperio chino-mongol alcanzó una gran prosperidad, gracias al orden interno y a que la tolerancia y la pax mongolica impuestas sobre gran parte de Asia favorecían enormemente el intercambio de ideas y mercancías. Fue en esta época cuando el famoso viajero veneciano Marco Polo llegó a la corte del Gran Khan, donde recibió cargos y honores. También llegaron otros comerciantes y misioneros, como el franciscano Ruysbroek.
Pero también en esta época comenzó la disolución del inmenso Imperio. La smización del Khan y de la dinastía Yuan por él fundada hizo que otros miembros de la familia se rebelaran contra su autoridad. Su nieto Kaidu fundó un kanato independiente en Asia central, que sólo fue sometido por Timur (1295-1307), sucesor de Kubiai, que no pudo impedir sin embargo la pérdida de control sobre los khanatos o khanatos occidentales. La misma dinastía Yuan fue derrocada en China por los Ming (1368) y sus descendientes se retiraron de nuevo a Mongolia.
Los khanatos de Asia central y occidental
A partir de 1260 el imperio se había convertido en una federación de khanatos, bajo la soberanía cada vez mas teórica del Gran Khan, frecuentemente enfrentados entre sí.
En Asia central, el kanato de Yagatay, tras una fase de expansión, comenzó su declive a la muerte de Kaidu (1301), mientras se turquizaba e islamizaba progresivamente. Tras sufrir el embate de Tamerlán (finales del siglo XIV) y la presión de los rusos, se dividió en varios khanatos que fueron progresivamente absorbidos por el Imperio ruso (siglos XVI-XX).
Al oeste, el khanato de Quipcap o de la Horda de Oro, en Siberia occidental, impuso su autoridad a los principados rusos y llegó a amenazar Bizancio. Islamizado superficialmente, se alió con los mamelucos, ayudando a su victoria en Am Yalut. Debilitado por la rebeldía de los príncipes de Moscú (1380) y la derrotalrente a lamerlán (1395), perdió definitivamente el control sobre Moscovia en 1480, y se escindió en los khanatos de Kazán, Astrakán y Crimea. El último de ellos logró resistir el expansionismo ruso hasta fines del siglo XVIII
Las conquistas de Hulagu en Persia llevaron a la fundación del Imperio de los llkharies o Iljanes. Éstos, tras algunos intentos de alianza con la cristiandad europea contra los mamelucos y los príncipes musulmanes de Siria, acabaron convirtiéndose también al islam a finales del siglo XIII. Esto no impidió la disgregación de su imperio a la muerte de Abu Said (1335).
Los timuríes
En 1360, el turco islamizado Tamerlán (Timur Lenk, «el cojo») se proclamó descendiente de Gengis Khan y unificó a las tribus turcas y mongolas de Asia central. En una serie de campañas devastadoras sometió a su autoridad toda Persia, el khanato de Quipcap (1396), el norte de la India (1399) y el sultanato otomano de Asia Menor (1402). Pero a su muerte (1405), su gran Imperio, con capital en Samarcanda, se desintegró rápidamente.
Un descendiente suyo, Babar, fundó en 1506 el Imperio mogol de la India, que gobernaría durante dos siglos la mayor parte del subcontinente, hasta su sometimiento por los ingleses
LOS CHINOS
ORÍGENES DEL IMPERIO ORIENTAL DE CHINA

Datos geográficos de la China:
Extensión: 9.572.900 km2
Población:
1.288.892.000 h.
Densidad:
134,6 h/Km²
Capital:
Pekín (Beijing).
División administrativa:
22 provincias.
Sus costas están bañadas por varios mares formados por el Océano Pacífico, que reciben los nombres de mar del Japón, mar Amarillo, mar de Corea y mar de la China.
Varias cadenas de altas montañas separan el territorio chino, casi por todas partes, de las comarcas que lo limitan, a saber: la Siberia, el Turkestán independiente, el Indostán y la Indochina, que, juntamente con el mar, trazan límites naturales que le aíslan en cierto modo del resto del mundo.
Los ríos considerables que atraviesan este inmenso país son el Amarillo y el Azul, que difunden la riqueza por infinitos canales, debiendo notarse el Canal imperial, de 1.200 kilómetros de largo, que es el mayor del mundo entero. Entre los importantes lagos de China es digno de mención el Tungtin que tiene 320 kilómetros de contorno.
Origen de los Chinos:  Los chinos pertenecen a la raza amarilla o mongólica. Parece cierto que son menos antiguos que los indios, y hasta se cree que no son sino indios de la casta militar, que renunciaron sus privilegios.
Sus tradiciones nos enseñan que bajaron de la meseta del Asia Central, al lado de la India, y se extendieron hacia el oriente.
Historia: Los chinos han tratado siempre de exagerar su antigüedad, pero han visto desmentidas sus relaciones por la ciencia moderna.
Se admite generalmente que esta nación existe como tal desde -hace unos 4.500 años, pues los más ardientes defensores de la cronología china no colocan el principio de los tiempos históricos en sus anales más allá de 2.637 años antes de Jesucristo.
El primer emperador de la China fue Yao, que se le representa bajo la imagen de un príncipe modelo, que se ocupa en determinar el curso del sol, de la luna y de las estrellas; administraba justicia en persona; se cuidaba de ver si el pueblo sufría; labró tierras incultas y abrió canales para hacer correr las aguas después de una gran inundación, y hasta hizo desecar el suelo de su imperio, que las primeras colonias encontraron tal vez cubierto aún por las aguas del diluvio.
Cuando las fuerzas le faltaron por hallarse en la ancianidad, se asoció a Chun, quien le sucedió en el trono. Chun fué después reemplazado por Yu. Los reinados de estos tres emperadores son alabados por los chinos, que ponderan su genio, sus costumbres y sus virtudes.
Yu había designado a uno de sus ministros para sucederle; pero los grandes del imperio dieron el trono a su hijo Kí, dando así principio al derecho de herencia.
Con este soberano empieza la primera dinastía, llamada de los Hia (año 2205 a. de J.C.), los que tomaron el título de rey, porque el de emperador era difícil de llevar después de Yao, Chun y Yu.
La historia de los reyes de esta dinastía es una serie de crímenes vergonzosos, de vicios y excesos que provocaron revoluciones sin fin, hasta que el último rey, Ki, fué destronado.
La segunda dinastía fue la de los Chang, durante cuyo reinado las hordas del mediodía invadieron el imperio, llevando por todas partes la desolación y la muerte. A esto se agregó la guerra civil, que por espacio de veinte años sembró la confusión más horrorosa en todo el imperio.
Arrojado de su trono el último de los Chang, empezó la tercera dinastía, la de los Tcheú.
Aunque empezó bien, el orden se alteró luego, y esta dinastía se sostuvo por muchos siglos en medio de un caos indescriptible, hasta que perdió el poder y empezó a reinar la dinastía cuarta, la de los Thsin, que restauró la unidad del país.
El primer emperador (Qin Shi Huang) de esta dinastía mereció ser llamado el Alejandro de la China, por sus conquistas. Hizo construir notables obras públicas, entre otras, la Gran muralla. A su muerte, el imperio se dividió, y la familia de Thsín pereció víctima de una rebelión.
La quinta dinastía es la de los Han que subsistió hasta el año 220 de nuestra Era.
En su tiempo, la China principia a entrar en relación con la India y el imperio romano. Las diez y seis dinastías que se han sucedido desde aquella época hasta nuestros días no ofrecen nada interesante.
A pesar de su antigüedad, ni los griegos ni los romanos tuvieron ideas exactas de este país; lo conocieron vagamente bajo el nombre de Sérica, derivado de la voz ser, que en lengua tártara significa seda.
Gobierno: En la China no hubo castas; puede considerarse este pueblo como una familia que, desarrollándose, llegó a formar un gran imperio. El rey ejercía un poder absoluto sobre las personas y las cosas; pero semejante despotismo se hallaba atemperado por los Letrados, que constituían una secta, para entrar en la cual no se necesitaba más que estudiar y quedar bien en los exámenes.
El rey o emperador no podía conferir poder ni dignidad a persona, alguna que no fuese designada por los Letrados, y debía respetar a éstos cuando le decían la verdad.
Por lo demás, el soberano era déspota, cuando dirigía la palabra a sus cortesanos, éstos debían prosternarse; cuando salía, se cerraban todas las puertas; los que lo encontraban en su camino, debían volver las espaldas; le precedían muchos acompañantes prontos a (lar la muerte o a castigar al que faltaba a lo ordenado.
Civilización: Los chinos han sido siempre atentos y minuciosos, y hubieran podido progresar más de lo que han progresado sino hubiesen sido detenidos por una multitud de preocupaciones.
Desde muy antiguo conocen la numeración por decenas, la música, la pintura, el arte de escribir, el papel y la impresión. La seda, el barniz, la pólvora, la brújula, los pozos artesianos y el alumbrado de gas se descubrieron en China antes que en Europa. (ver inventos)
Merecen alabanza los caminos que atraviesan montes y valles, con puentes suspendidos sobre hondos precipicios o sobre ríos anchísimos; así como las tumbas y las torres incrustadas de porcelana.
Sus progresos en medicina y astronomía fueron menos sensibles; en la primera de estas ciencias estudiaron casos especiales, pero sin deducir ninguna teoría; tenían gran práctica en el pulso y observaban con mucho cuidado los síntomas de las enfermedades, pero eran extravagantes en las aplicaciones.
En cuanto a su astronomía, nunca consistió en otra cosa que en observaciones sencillas y groseras, puesto que no conocían los instrumentos necesarios para estudiarla con provecho.
Religión: En los principios, los chinos profesaban un sistema más bien moral que religioso. Seiscientos años antes de la Era cristiana, el budismo se extendió por toda la China, donde todavía es profesado por la mayor parte de sus habitantes. Esta religión reconoce un ser supremo, todopoderoso, representado por Budha, personaje que subsiste eternamente en la persona del gran lama. Supone además un gran número de dioses subalternos y de espíritus subordinados unos a otros y diferentes en rango y poder.
Unos quinientos años antes de J. C., el filósofo chino Confucio enseñó una nueva religión, el confucismo, la que reconoce un solo Dios, pero no admite altares ni sacerdotes.
Costumbres: Según algunos tratadistas, el pueblo chino se ha hecho notable por su avanzada civilización, pero se le reprocha su carácter disimulado, su inclinación al engaño y a la mentira. Los chinos son apasionadísimos al juego. Es general el Uso de talismanes y amuletos. Viven sobriamente de arroz, gatos, serpientes y ratones; son poco aficionados a los licores, pero beben mucho té. En las fiestas públicas y domésticas gastan sus ahorros. La mujer es comprada por la familia, y el que la quiere gratis, va a buscarla a la casa de expósitos.
El infanticidio es común entre los chinos, echando los pequeñuelos a los perros o al río. El tipo de belleza consiste para ellos en tener la frente ancha, la nariz, pequeña, los ojos oblicuos, grandes orejas y cabellos muy negros. Una de las costumbres extrañas de este pueblo es la que privaba casi a las señoras de la facultad de andar, pues desde niñas les ponían un calzado especial que les doblaba los dedos sobre la planta, deformando el pie de manera que quedaba hecho una especie de muñón. El Imperio japonés
Japón es la única potencia no europea que logra tener un imperio. A la manera de Rusia su imperio está unificado en torno al país metropolitano, pero es un imperio marítimo. Consta, sobre todo, de su área de influencia más próxima y de los países de donde obtiene la materia prima para su industria.
Japón se expande por Manchuria, por la que entrará en guerra con China en 1890, por Manchuria y Formosa, por lo que entrará en guerra con Rusia en 1904, por Corea, etc. Su expansionismo llega hasta la segunda guerra mundial, cuando domina gran parte del sureste asiático y las islas del Pacífico.

La occidentalización de Japón aumentó la necesidad del país de obtener materias primas. Además, el nacionalismo japonés se había incrementado en torno a la figura del Mikado. Durante la Primera guerra mundial Japón ingresó del lado de la Triple Entente, y ocupó militarmente las islas de Oceanía que pertenecían a Alemania, quedándoselas definitivamente después de los tratados de paz. Estas islas se convirtieron en la base de lo que los japoneses querían convertir en un gran imperio oceánico. Para esto invadieron Manchuria en 1933 y China en 1937. Esta expansión militarista chocaba frontalmente con los intereses de Estados Unidos, por lo que las relaciones entre ambos países se enfriaron. El año 1941 los japoneses atacaron el puerto estadounidense de Pearl Harbor, lo que los llevó a una guerra que terminaron por perder, luego de que las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fueran arrasadas por sendas bombas atómicas. Japón capituló, y el Mikado se vio obligado a renunciar a sus pretensiones de divinidad. El año 1947 se dio una constitución de corte más bien liberal, aunque conservando al Mikado como símbolo de la unidad nacional japonesa. La paz fue firmada oficialmente el año 1951, y ese año terminó la ocupación militar estadounidense en Japón. El país inició entonces un enorme esfuerzo modernizador en el área económica, que lo llevó a transformarse en un país tecnologicamente avanzado, y a convertirse en una de las mayores potencias económicas 







AFRICA
África
Extensión
30.272.922 km²
910.844.133 hab.
33,52 hab/km²
Organizaciones
África es el tercer continente del mundo por tamaño. Limita al norte con el Mar Mediterráneo, al oeste con el Océano Atlántico y al este con el Mar Rojo, el Océano Índico y Asia a través del canal de Suez. Aunque posee una superficie total de 30.272.922 kilómetros cuadrados (621.600 en masa insular), la cual representa el 22% del total terrestre, la población es de tan sólo 910.844.133 habitantes, menos del 16%. El continente se organiza en 53 países, siendo todos ellos miembros de la Unión Africana, con excepción de Marruecos.

Historia

Máscara del faraón Tutankamón, en la que el rey-niño aparece tocado con el Nemes
Se cree que el sur o el este de África es la cuna de la Humanidad y de allí proceden las sucesivas especies de homínidos y antropoides que dieron lugar a los seres humanos y que se han ido expandiendo por el resto de continentes, incluido el Homo sapiens sapiens hace cerca de 190.000 años.
Durante toda la antigüedad y hasta los primeros siglos de la era cristiana la historia del áfrica del norte se conjuga con la del mediterráneo. Entre tanto las regiones del áfrica subsahariana viven desarrollos diferentes entre sí.
Según el historiador griego Heródoto (484 a. C.), una expedición fenicia auspiciada por el faraón Necao (616 a. C.) circunnavegó el continente africano por primera vez.
Los orígenes del tráfico comercial entre el oeste y el centro de África y la cuenca mediterránea se pierden en la prehistoria. Los primeros relatos históricos datan de la antigüedad y cuentan de los nómadas que organizaban el comercio entre Leptis Magna y el Chad. Este comercio vivió su primer auge en el siglo I a. C. con el ascenso del Imperio Romano. Sobre todo se comerciaba con oro, esclavos, marfil y animales exóticos para los juegos de circo en Roma en intercambio con bienes de lujo de Roma. De hecho es en esta época en la que se gesta el propio nombre de África. Tras la derrota de Cartago por Roma en la tercera guerra púnica se establece la provincia romana de África que abarcaría aproximadamente el Túnez actual. Fue una generalización territorial de la provincia lo que dio nombre a todo el continente. Una importancia crucial tuvo también la mayor utilización del camello a partir del siglo I en el norte de África.
A partir del siglo VII los árabes invaden el África del norte. El comercio caravanero y la expansión islámica alimentan el establecimiento de nuevas relaciones entre las "dos Áfricas".
El Imperio Kanem-Bornu existió en África entre el siglo XIII y la década de 1840. En su momento de mayor esplendor abarcó el área de lo que actualmente es el sur de Libia, Chad, noreste de Nigeria, este de Níger y norte de Camerún.
El Reino del Congo fue un estado situado en lo que actualmente constituye la zona norte de Angola, el enclave de Cabinda, la República del Congo y la parte occidental de la República Democrática del Congo. Su esfera de influencia abarcaba también a los estados vecinos.
La total repartición colonial de África por las potencias europeas, iniciada desordenadamente a partir del siglo XVII tuvo lugar, aproximadamente, en 1885, con la Conferencia de Berlín y el comienzo de la Primera Guerra Mundial, época en la cual los imperios coloniales se extendieron más rápidamente en África que en cualquier otro lugar del mundo, si bien dos países, Liberia y Etiopía, consiguieron mantener su independencia. Es un ejemplo del Nuevo Imperialismo generado por la necesidad de los países europeos de obtener materias primas para el rápido crecimiento de su producción manufacturera después de la Revolución Industrial, iniciada en Inglaterra a fines del siglo XVIII.
Al final de la Segunda Guerra Mundial los aliados no logran ponerse de acuerdo sobre el futuro de la antigua colonia italiana de Libia. En ese momento es un territorio más de cinco veces mayor que la propia Italia. Sin embargo, la población no sobrepasa el millón de habitantes, por lo que representaba un destino apropiado para la población desplazada de Italia por la guerra, que empezó a buscar lugares a los cuales emigrar. Los recelos entre Occidente y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hacen que finalmente la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decida dar la independencia al país dejándolo en manos del rey Idris.
Aunque ya había 4 países independientes en África (Liberia 1847, Sudáfrica 1910, Egipto 1922 y Etiopía 1941) Libia se convierte así en la primera colonia africana en lograr su independencia, en 1951, a la que seguirá la de Ghana en 1957. Más adelante las potencias europeas lamentarían este hecho, pues contribuyó a desencadenar las diferentes luchas por la independencia africana. Además perdieron para sí la última oportunidad de construir un estado de estilo europeo en el litoral sur del Mediterráneo

Circunstancias históricas y humanas

Las circunstancias históricas y humanas han marcado la división entre el África del Norte o del Sahara y el Sur del Sahara, conocida también como el África Negra. Algunos historiadores aunque, dichos términos son pocos conocidos, no tanto como se han denominado en las Américas como la América Latina o la América Anglosajona o como en Europa, la Europa Latina, la Europa Anglosajona, la nórdica, la eslava etc.. A continuación estas son las siguientes denominaciones como algunos lo definen en el continente.

El África Latina

África Latina es la denominación de los países del continente que fueron conquistados y colonizados por naciones latinas europeas como Francia, Portugal, Bélgica, España o Italia. En consecuencia son los países que tienen como idioma materno y lengua oficial una lengua romance, en la actualidad comparten dicha lengua con los idiomas nativos o autóctonos, incluyendo también aquí a algunos idiomas de la región del Sahara.
Países de Lengua Francesa: Argelia (junto con el árabe), Benín, Burkina Faso, Burundi, Camerún (junto con el inglés), Congo, Costa de Marfil, Chad (junto con el árabe), Comoras (junto con el árabe), Congo, Egipto (junto con el árabe y el inglés), Gabón, Guinea, Guinea Ecuatorial (junto con el español y el portugués), Madagascar (junto con el malgache), Malí, Marruecos (junto con el árabe, el bereber y español), Mauricio (junto con el inglés), Mauritania (junto con el árabe), Níger, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Ruanda, Senegal, Seychelles, Togo, Túnez (junto con el árabe) y los territorios ultramaritimos franceses de Isla Europa, Mayotte y Reunión.
Países de Lengua portuguesa: Angola, Cabo Verde, Guinea Bissau, Mozambique, Santo Tomé y Príncipe, Guinea Ecuatorial (junto con el español y francés) y los territorios portugueses de Madeira y Azores.
Países de Lengua española: Guinea Ecuatorial, Sáhara Occidental (junto con el árabe), las ciudades autónomas españolas de Ceuta y Melilla e Islas Canarias, Marruecos (junto con el árabe, bereber y francés), las ciudades de Cocobeach en Gabón, Luena en Angola, Orán y Tinduf en Argelia.
Países de Lengua italiana: Eritrea (junto con el tigriña), Etiopía (junto con el amarico), Somalia (junto con el somalí y árabe) y Libia (junto con el árabe).

El África Anglosajona

Son aquellos países del continente que fueron colonizados por Gran Bretaña o el Reino Unido, además todos ellos son miembros de la Mancomunidad Británica de Naciones y tienen el inglés como lengua oficial y administrativa. Estos son los países de lengua inglesa: Botsuana, Camerún (junto con el francés), Egipto (junto con el árabe y francés), Gambia, Ghana, Kenia, Liberia, Malawi, Namibia (junto con el afrikaans y el alemán), Ruanda, Seychelles, Sierra Leona, Sudáfrica (junto con el afrikaans), Swazilandia, Uganda, Zambia, Zimbabwe y las colonias británicas de Santa Helena y Tristán da Cunha. Mozambique también es miembro de la Mancomunidad Británica de Naciones, pero no se considera parte de este término, debido a la influenciada cultural lusófona o portuguesa por tanto este es considerado un país latino.
También en esta parte del continente países como Alemania y los Países Bajos, tuvieron sus posesiones coloniales.

Geografía

Artículo principal: Geografía de África
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En su mayor parte África es una enorme y antigua plataforma continental maciza y compacta, elevada entre 600 y 800 msnm, surcada por grandes ríos (aunque pocos) y escasa en penínsulas. Destaca por su regularidad orográfica y considerable altitud media.
Tres franjas climáticas sucesivas se repiten al norte y al sur del ecuador, abarcando los climas mediterráneo, desértico, subtropical e intertropical lluvioso, este último, en sus dos tipos principales, tanto de sabana como de selva. África es el continente con mayor índice de insolación anual, lo cual podría haber dado origen a su nombre (África, del latín ‘sin frío’).
Los suelos son excepcionalmente ricos en minerales y muy aptos para pastos allí donde la mosca tsetsé no prolifera. Las principales áreas cultivadas se encuentran en las tierras altas orientales y la zona de los Grandes Lagos, algunos deltas y riberas e incluso en el Sahel.

Principales ecosistemas

Magreb

Principales islas y archipiélagos Archipiélago de las islas Canarias

Principales ríos Río Congo (segundo más caudaloso del mundo, luego del americano río Amazonas)

División política

Mapa mudo de África con las fronteras políticas y los principales ríos y lagos del continente
África esta compuesta por 53 países independientes, 17 dependencias y 5 territorios no reconocidos.

Países independientes

Territorio nacional de países no africanos España:

Territorios no reconocidos Camerún Meridional

Economía

Imagen de satélite del Canal de Toshka el 26 de enero del 2003.
En su condición de ex colonias, la mayoría de los países africanos mantienen estrechas relaciones económicas con la Unión Europea (UE).
Existe una organización supranacional, tomando como referencia a la Unión Europea, llamada Unión Africana, de la que forman parte todos los países del continente excepto Marruecos, incluida la República Árabe Saharaui Democrática. La mayor parte de los países africanos están subdesarrollados o en vías de desarrollo.

Demografía

Las estimaciones sobre la población no son precisas debido a lo obsoleto de gran número de censos nacionales, se calcula que viven en África no menos de 800 millones de personas.
En África predomina la raza negra, cerca de un 80% del total de la población, a excepción de la franja costera mediterránea donde son mayoritarios, aunque no exclusivos, tipos humanos arabo-bereberes y caucasoides-mediterráneos. Entre el Trópico de Capricornio y el Trópico de Cáncer la población es casi en su totalidad negra, que suele ser sub-dividida en cuatro grupos principales, aunque siempre han existido en las zonas limítrofes entre estos grandes grupos, pueblos más o menos mixtos


en todas sus combinaciones. Tales grupos principales son: Sudanés (Sahel y países del Golfo de Guinea), Nilótico (Nilo, desde Sudán hasta los Grandes Lagos), Kushitico (Macizo etíope y Cuerno de África) y Bantú, más extendido que ocupa toda el área al partír del cinturón selvático ecuatorial y que es propiamente un tipo mixto relacionado con dos tipos antaño muy extendidos y hoy en día minoritarios; los Twa y otros grupos mal denominados pigmeos, habitantes de los bosques y los Kung-San mal denominados bosquimanos de las zonas áridas del extremo sur.
Migrantes de origen francés se hallan establecidos en el Magreb y escasamente en las grandes ciudades de África Occidental, los de origen español habitan Marruecos y el Sáhara Occidental, mientras que en Angola y algunas ciudades costeras de África Occidental, hay un número minoritario de grupos mixtos de origen Africano-portugués. En el sur de Africa hay una significante cantidad (6 millones) de Africanos Blancos o Afrikaaners, descendientes de holandeses e ingleses.

Características de la población

En África las características de la población y su esperanza de vida varía según las condiciones. En África del Norte o Sahara, la mayor parte de sus habitantes son adultos y superan a la población juvenil, aunque no se da tampoco un envejecimiento progresivo. En el África subsahariana la mayor parte de sus habitantes son jóvenes, aunque en las últimas décadas se ha experimentado un crecimiento en la población adulta y un progresivo envejecimiento. Esto se da principalmente en países como Etiopía y Somalia, aunque en Sudáfrica también se experimenta un crecimiento de población adulta pero no tan común el envejecimiento. Lo más preocupante en esta región del continente es la persistencia de crisis alimentarias periódicas.

Religión

La mayor parte del continente profesa religiones tradicionales africanas, englobadas dentro del impreciso grupo conocido como animista. Dicho animismo suele darse bajo la apariencia de religiones universalistas como el Islam o el cristianismo.
El Islam tiene una presencia dominante en el norte y destacada en el Sáhara, el Sahel, África Occidental y África Oriental. El cristianismo monofisita, aunque más antiguo que el Islam, quedó confinado a Etiopía. A partir del siglo XX adquirirán una creciente importancia catolicismo y protestantismo.
Sin embargo tanto Islam como el cristianismo se encuentran en África con sincretismos más o menos sectarizados como el kimbanguismo o la Iglesia Cristiana Celestial, que persisten y se reproducen gracias a la fortaleza implícita de los conceptos de las religiones tradicionales. Las religiones tradicionales africanas tienen una presencia destacada en América, especialmente el Vudú en Haití, la religión Yoruba y las religiones del antiguo Reino del Congo en el Caribe y en Brasil principalmente.
Existen asimismo minorías hinduistas.

Teatro

El teatro africano, entre tradición e historia, se esta encauzando actualmente por nuevas vías. Todo predispone en África al teatro. El sentido del ritmo y de la mímica, la afición por la palabra y la verborrea son cualidades que todos los africanos comparten en mayor o menor medida y que hacen de ellos actores natos. La vida cotidiana de los africanos transcurre al ritmo de variadas ceremonias, rituales o religiosas, concebidas y vividas generalmente como verdaderos espectáculos. No obstante, aunque África ha conocido desde siempre este tipo de ceremonias, cabe preguntarse si se trataba realmente de teatro; a los ojos de muchos, estos espectáculos están demasiado cargados de significado religioso para que puedan considerarse como tal. Otros estiman que los tipos de teatro africanos guardan cierto parecido, como en otros tiempos la tragedia griega, como un preteatro que nunca llegara totalmente a ser teatro si no se desacraliza. La fuerza y las posibilidades de supervivencia del teatro negro residirán, por lo tanto, en su capacidad para conservar su especificidad. en el África independiente esta tomando forma un nuevo teatro.
Nuevo Teatro: Se trata de un teatro comprometido, incluso militante, concebido para defender la identidad de un pueblo que ha logrado su independencia
Teatro de Vanguardia: Se orienta actualmente hacia una investigación sobre el papel de actor, próxima a la de Jerzy Grotowski y su teatro laboratorio. Así, en Libreville (Gabón), se formó en 1970 un teatro vanguardista que realizo dos espectáculos que dejaron una huella perdurable en las jóvenes generaciones de comediantes. Otra vía de investigación es el teatro de silencio, creado por François Rosira, cuyo fin era realizar espectáculos en los que el canto, el recitado, la música y el baile se complementen en perfecta armonía.
Asociaciones como Ndjembé promovían el carácter teatral en África. En pocas palabras, Castalla es un pais de Africa.
Imperios africanos

En el estudio tradicional de la historia, sobre todo en el caso de la educación preuniversitaria se ha obviado hacer referencia a aquellos pueblos que habitaron en África antes de la llegada del europeo. Muchos de esos pueblos formaron esplendorosos imperios y civilizaciones que perduraron durante siglos e hicieron enmudecer de asombro a los primeros hombres blancos que llegaron a sus confines.
Con esta pequeña aproximación a este tema no pretendo más que dar el primer paso para difundir un tema casi siempre olvidado, o citado de forma pasajera (expediciones portuguesas a África durante el siglo XIX, guerra de los bóers e independencia de Sudáfrica...), y recordar que aunque nos cueste reconocerlo la Historia no es exclusivamente la de Europa y sus logros.

1. El reino de Ghana

La escasez de fuentes, algo común cuando nos acercamos a la Historia de estos los pueblos del África subsahariana, hace que no se tengan muchos datos de sus orígenes, aunque se cree que a partir del siglo VII comenzó una época de dominio bajo la tutela del pueblo sakulé.
Las crónicas de geógrafo árabe El Bekri, nos le muestra como el más poderoso reino de la región durante el siglo XI.  En permanente contacto con las rutas transaharianas realizaba un fructífero comercio, importando cobre, tejidos y sal, y exportando principalmente oro, proveniente de la región de Wangera, en Senegal. En uno de sus relatos hace mención de dos ciudades, una de las cuales, habitada por musulmanes, contaba con más de doce mezquitas. Allí residía el rey, rodeado por intérpretes, guardianes del tesoro y soldados, miembros de un ejército que en casos de necesidad podía llegar hasta los 200.000 soldados. Las excavaciones realizadas en 1914 al sur de Mauritania descubrieron los restos de una ciudad, que por las inscripciones y restos de construcciones podía ser la misma de la que hablaba El Bekri.
El fructífero negocio del oro reportaba al imperio de Ghana ingentes beneficios, que iban destinados en su mayor parte al mantenimiento de su gran ejército.
Aparte de El Bekri, otros autores árabes hacen mención de este reino. Así Ibn Jaldún y el Idrisi describen el lujo de esta civilización. La seda y el terciopelo eran tejidos corrientes entre el pueblo, la decoración de los palacios y templos era de una riqueza exquisita, incluso la suntuosidad de los establos reales estaba fuera del alcance de las monarquías occidentales de la época. Como anécdota citan que cada caballo era atendido por 3 cuidadores que entre otras labores, recogían los excrementos del animal antes de que cayesen al suelo.
El esplendor de Ghana terminó con la aparición de los almorávides. Dirigidos por Yahia Ibn Ibrahim ó Ibn Yusuf, un fanático que sustentaba su fuerza en la predicación de la  guerra santa, conquistaron la mayor parte del territorio al oeste del Sáhara. Sus sucesores continuaron esta política expansionista, llegando a la Península Ibérica hacia 1070, donde tras vencer la oposición cristiana encarnada en Alfonso VI, iniciaron un periodo de dominación e influencia.
La expansión africana de los almorávides tenía que chocar tarde o temprano con el reino de Ghana, el más importante de la zona, lo que sucedió ante la negativa del rey Bassi a convertirse al islamismo. La fortaleza de Ghana no fue suficiente para detener al ímpetu fanático y tuvo que declararse vasallo de los almorávides.

2. El reino de Malí.

Formado por la tribu de los mande a orillas del Níger hacia el siglo XI le encontramos en el XIII como una de las potencias hegemónicas de la zona. En el XIV su dominio alcanzaba la mayor parte de los territorios de las actuales Senegal y Nigeria.
El nacimiento del reino de Mali, atribuido al príncipe de la dinastía Keita Sundiata, está íntimamente relacionado con la desaparición de Ghana pues muchos de sus pueblos vasallos vieron la oportunidad de obtener la independencia. Uno de ellos, el reino de Susu, observando un posible rival en el incipiente pueblo de Mali, decidió eliminar ese peligro al ordenar su rey Sumanguru  asesinar a toda la familia real de Malí. Como sucedió con los omeyas, tras la toma de poder de los abasidas, uno de los herederos, Sundiata, consiguió sobrevivir (algunos opinan que su cojera hizo creer a los asesinos de su incapacidad). No sólo no era un inútil, sino que tras su ascensión al trono en 1230 inició una rápida expansión de su reino, que se reflejó en la anexión de los pueblos vecinos, incluidos el reino de Susu y de Ghana.
Los logros de este monarca no se limitan al campo militar, ya que puso los cimientos de economía agraria basada en el algodón y la fabricación de tejidos.
Los primeros años del siglo XIV fueron los de mayor esplendor del reino de Mali, bajo el gobierno del mansa (emperador) Congo Musa (1307-1332). Aunque sus éxitos militares fueron considerables, conquistó Tombuctú y Gao, consiguió gran fama gracias a la peregrinación a La Meca, y el considerable reparto de regalos que realizó en Egipto, lo que provocó una importante inflación.
Como resultado de este viaje se construyó la mezquita de Gao, tarea encomendada al arquitecto andaluz Es Saheli, a quién conoció en La Meca y que posteriormente se unió a su caravana.
Como en el caso de Ghana con El Bekri e Ibn Jaldún, parte de las noticias que tenemos de Malí proceden de relatos de viajeros e  historiadores árabes. Aquí  nos encontramos con la narración de Ibn Batuta, quien habla del enorme sentido de la justicia que tenía este pueblo, de la piedad de sus habitantes a pesar del lujo y la riqueza que poseían.
Las relaciones diplomáticas que mantenía con reinos como el de Marruecos y potencias como Portugal no impidieron su progresivo declive, acentuado tras la pérdida de Tombuctú a manos de los tuareg en 1433 y de Jenné en 1473 por los songhai.  En esos momentos su dominio se limitaba a las tierras de los mande (la tribu originaria) y la ocupada por los bambara, quienes a fines del XVII consiguieron liberarse del yugo mande y fundar dos reinos el de Ségou y el de Kaarta, que a principios de XIX se apoderaron de su antiguo opresor. A partir de entonces, y hasta la toma de Jenné por los franceses en 1893 la zona se vio envuelta en una serie de conflictos entre diversas etnias, como los bamabara y los fulani.

3. El reino de Songhai.

El tercer reino de la zona comenzó una época de prosperidad a finales del siglo XV, tras la conquista de Jenné y Tombuctú por Sonni Alí, (Alí el Grande), de la dinastía Sonni. Con capital en la ciudad de Gao, conoció su periodo de máximo esplendor en el siglo XVI.  Más extenso que el anterior, por el norte llegaba a zonas de la actual Argelia, lo que le permitió el control de las minas de sal, por el Este fue trascendental la ocupación de la ciudad de Agades, punto vital para el control de las rutas comerciales que se dirigían a Túnez, Tripolitania y Egipto. Finalmente en 1513 Askia Mamadú (que había llegado al poder tras un golpe de estado que derrocó a la dinastía Sonni) se apoderó de los estados Hausa, con lo que consiguió el dominio de la Nigeria del Norte.
Junto a sus conquistas, este emperador fue conocido por la rigurosidad con al que profesaba el islamismo, y que facilitó enormemente su difusión por el oeste de África.
Fomento el estudio y la investigación, y a su corte acudían sabios de todo el mundo. Gao, Ualata y Tombuctú se convirtieron en centros de saber y la universidad de Sankore, fue una de las más importantes del mundo en ese periodo.
Una de las tareas más importantes que realizó Askia fue la organización de su gran imperio, para lo cual contó con la colaboración de los ulemas y los traficantes.
En primer lugar procedió a la división del territorio en provincias, a cuyo frente colocó a un gobernador. Para dirigir los asuntos internos creó los ministerios de Hacienda, Justicia, Gobernación y Agricultura.
Asimismo se estableció el ministerio especial para los tuareg y beréberes de la zona norte del país. El sacerdote mayor se ocupaba de aquellas minorías no islámicas, que basaban sus creencias en los espíritus y antepasados.
Junto con estas medidas de orden político y administrativo Askia potenció la agricultura de su reino, sobre todo en las regiones más áridas, gracias a la construcción de canales de riego.
Su muerte dio lugar al inicio del declive del reino de Songhai, un reino que en palabras del viajero León el Africano, era riquísimo, no sólo materialmente, sino también culturalmente, como lo expone en su Historia y descripción de África: “...todos ellos reciben buen salario del rey. Este siente gran respeto por los sabios. Hay una gran demanda de libros, que se importan de Berberia. El negocio de los libros da mejores resultados que cualquier otro...”
En el siglo XVI los ejércitos de Marruecos, con armas de fuego, conquistaron Gao y con su caída terminó el periodo de prosperidad del reino de Songhai




Europa

.
Europa
10.180.000 km²
731.000.000[1]
70 hab./km²
Europeo
Internet TLD
Prefijo telefónico
EJE TEMATICO 3
Europa
es uno de los continentes que forman el supercontinente Eurasia, situado entre los paralelos 36º y 70º de latitud norte, a la que de forma convencional y por motivos históricos es considerada un continente. Se extiende en la mitad oriental del Hemisferio Norte, desde el océano Glacial Ártico por el norte hasta el mar Mediterráneo por el sur. Por el oeste, llega hasta el océano Atlántico; por el este, limita con Asia, de la que la separan los montes Urales, el río Ural, el mar Caspio y la cordillera del Cáucaso.[2]
Europa es el segundo continente más pequeño en términos de superficie, que abarca alrededor de 10.180.000 kilómetros cuadrados o el 2% de la superficie del planeta Tierra y alrededor de 6,8% del total de las tierras emegidas. Alberga un gran número de estados soberanos, cuyo número exacto depende de la definición de la frontera de Europa, así como de la exclusión o inclusión de estados parcialmente reconocidos. De todos los países europeos, Rusia es el mayor tanto en superficie como en población, mientras que el Vaticano es el más pequeño. Europa es el tercer continente más poblado después de Asia y África, con una población de 731.000.000 o alrededor del 11% de la población mundial. Según proyección de población de Naciones Unidas (variante media), la cuota de Europa se reducirá al 7% en 2050.[3] Sin embargo, las fronteras de Europa y la población son objeto de controversia, ya que el término continente puede referirse a un bien cultural y político o a distinciones fisiográficas.
Europa es la cuna de la cultura occidental. Las naciones europeas desempeñan un papel preponderante en los asuntos mundiales desde el siglo XVI en adelante, especialmente después del comienzo de la colonización. En los siglos XVII y XVIII, las naciones europeas controlaron la mayor parte de África, América, y gran parte de Asia. La Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial condujeron a una disminución en el dominio de Europa en los asuntos mundiales cuando los Estados Unidos y la Unión Soviética tomaron la prominencia. La Guerra Fría entre las dos superpotencias dividió Europa a lo largo del Telón de Acero. La integración europea dio lugar a la formación del Consejo de Europa y la Unión Europea en Europa occidental, las cuales se han expandido hacia el este desde la caída de la Unión Soviética en 1991.

La definición

El término "Europa" tiene múltiples empleos. Sus principales son geográficos y políticos.
  • Geográficamente, Europa es la península más occidental del continente de Eurasia; sus límites están bien definidos por el mar al Norte, Sur y Oeste, y por un límite ligeramente arbitrario entre la zona este y sudeste (en torno al Cáucaso). Los montes Urales y el río Ural en Rusia y Kazajistán por lo general son tomados como el límite del Este de Europa; los lugares más allá por lo general no son considerados parte del continente.
  • Políticamente, Europa se utiliza en ocasiones para referirse a los países de la Unión Europea, si bien hay países europeos que no pertenecen a esta organización. La propia UE considera europeos todos los países situados entre los límites geográficos tradicionales, incluyendo Chipre, Georgia, Armenia y Azerbaiyán.[4]
  • Además, la gente de países como Irlanda, Reino Unido, Escandinavia y las islas del Mediterráneo, suelen utilizar el vocablo para referirse a la parte continental.

Etimología

Europa y el toro de Gustave Moreau (c. 1869).
El análisis más extendido de esta palabra lo considera como una composición de las palabras griegas Ευρυς (“ancho”) y Ωπς (“vista, ojo”), pero se trata sin duda de una etimología incierta. Otros lingüistas piensan que viene de la palabra semítica ereb, que significa “ponerse el sol” (occidente). Desde una perspectiva asiática o medio-oriental, el sol se pone efectivamente en Europa, la tierra al oeste.
En la mitología griega, Europa (Ευρώπη en griego), hija de Agenor y de Telefasa, hermana de Cadmo era una princesa fenicia. Cuando estaba divirtiéndose con sus compañeras en la playa, Zeus la observó y acabó enamorándose de ella. Zeus se transformó en un toro blanco, tan manso, que Europa se acercó a él, puso flores sobre su cuello y finalmente se atrevió a montarlo; entonces, Zeus se levantó y cruzó el mar, llevándola a la isla de Creta, donde Europa dio a luz a Minos. En las obras de Homero, Ευρώπη es una reina mitológica de Creta y no una definición geográfica. Más tarde, la palabra pasó a significar Grecia Continental y desde el año 500 a. C. su significado contiene toda la tierra al norte del mar Mediterráneo.

Historia

El disco celeste de Nebra, descubierto en Alemania es la representación más antigua que se conoce de la bóveda celeste.[5]
Mapa de Europa de Gerardus Mercator.

Prehistoria

El hombre de Neanderthal está considerada la única especie humana autóctona de Europa. Esta especie se encontraba ya en Europa cuando llegó el hombre de Cro-Magnon (Homo sapiens), especie a la que pertenece toda la humanidad actual. Éstas dos especies humanas convivieron durante bastante tiempo hasta que el hombre de Neanderthal se extinguió probablemente debido a la competencia con el hombre de Cro-Magnon, si bien aún quedan numerosos interrogantes sobre el hombre de Neanderthal y su extinción. Por otra parte, parece probado que no existió cruzamiento reproductivo entre ambas especies.[6]

Antigüedad clásica

La antigüedad clásica está dominada por el influjo de la civilización greco-latina, y del Imperio Romano sobre el resto de Europa. La decadencia del Imperio Romano y la llegada de nuevos grupos étnicos con nuevos reinos, llevó a la fragmentación política de Europa.

Edad Media

El comienzo de la Edad Media se sitúa tradicionalmente en el año 476 con la caída del Imperio Romano de Occidente. Este acontecimiento fue seguido por sucesivos intentos de unificación y conquista, que sumieron al continente en numerosos conflictos y guerras durante la Edad Media, como la guerra de los Cien Años (que duró más de un siglo). Esto, junto con la influencia sobre el continente de nuevos grupos, como los mongoles llegados por las estepas, o el surgimiento del Islam, creándose una barrera que dividió dos culturas y el Mediterráneo, y con los choques en esta frontera, moldeó está época en el continente.

Edad Moderna

La Edad Moderna marca para Europa el inicio de procesos que mucho después darán lugar a la globalización, y es el tiempo en el que los conflictos bélicos se hicieron cada vez más desastrosos, como la llamada guerra de los Treinta Años.
Proceso de ampliación de la UE.

Edad Contemporánea

Artículo principal: Edad Contemporánea
Los procesos económicos y el desarrollo científico y tecnológico se aceleró en desmedro de otros continentes de manera mucho más notoria durante la edad contemporánea, produciendo tensiones por competencias que desencadenaron más guerras (como las guerras Napoleónicas y las guerras mundiales). Hoy los procesos tendentes a la unificación se procuran pacíficamente, tal es el caso de la Unión Europea, cuyo origen se remonta a la Declaración Schuman de 1950.
Europa es el continente que ha tenido más influencia en la historia del mundo (descubrimientos, conquistas, colonizaciones, movimientos y revoluciones, guerras mundiales, etc).

Genetica

El mayor de haplogrupos ADNmt En Europa es de haplogrupos H (45-50%) de Haplogrupo H (ADNmt) es más común en algunas partes de España (50-60%) que en cualquier otra parte del mundo

Geografía


Europa, el segundo continente más pequeño del mundo tras Oceanía, tiene una extensión de 10.530.751 km², representando el 7% de las tierras emergidas.
Hablando estrictamente en términos de ciencia geográfica contemporánea, Europa, como Oceanía, dejan de estar categorizadas como continentes y son consideradas macro-unidades geográficas MUG; ya que en efecto, en el caso de Europa esta macrounidad geográfica es una prolongación occidental del continente eurasiático. Caracteriza a Europa, tanto en lo geográfico (con mucha incidencia en lo climático como en su geografía humana), la elevada cantidad media de costas marítimas y oceánicas debida a la presencia de abundantes penínsulas, golfos, mares interiores e islas. Esto y el influjo de la Corriente del Golfo y la proximidad de los desiertos cálidos de África y Asia determinan que en Europa prepondere, pese a las latitudes, un clima templado excepcionalmente benigno para la habitabilidad humana. Por otra parte la abundancia de costas e hidrovías ha permitido y permite el tránsito de poblaciones y luego su establecimiento desde fines del pleistoceno (cuando los Homo sapiens substituyeron a los Homo neandertalensis).
También es Europa, si se la considera al modo tradicional como un continente, el continente más llano, con una altura media de 230 metros. La máxima expresión de estas planicies es La gran llanura del Norte, que se extiende 2.000 km desde las costas atlánticas francesas hasta los montes Urales, la frontera física más oriental con Asia. Los puntos más altos son el monte Elbrus (Rusia) en Europa oriental (5.642 m), el Shkhara (Georgia) (5.204 m) y el Mont Blanc (Italia-Francia) en Europa occidental (4.807 m).
Al sur, Europa está separada del continente africano por el mar Mediterráneo, frontera que se reduce a unos pocos kilómetros en el estrecho de Gibraltar, al sureste los límites con Asia también están dados por el Mediterráneo y sus mares subsidiarios, el mar de Mármara y el mar Negro. Si bien se observa, el mar Mediterráneo y su cuenca más que un límite (según los momentos históricos) es un nexo de unión con los otros "continentes" (las macrounidades geográficas de Asia y África), resultando los verdaderos límites culturales y étnicos las extensas regiones desérticas que se ubican al otro lado del Mediterráneo. Considerando a Islandia como parte de Europa y a Groenlandia como parte de América, se puede observar que las distancias entre Europa y el continente americano son también bastante exiguas.
Entre los golfos de Europa destacan el golfo de Vizcaya (Francia y España), el de Cádiz (España, Marruecos y Portugal), el de Dardanelos (Turquía), el del Bósforo (Turquía), el de Messina (Italia) y el de Oresund (Dinamarca y Suecia), entre otros.
Sus principales penínsulas son la Escandinava (Suecia, Noruega), Ibérica (España, Portugal, Andorra y Gibraltar), Itálica (Italia, San Marino y Santa Sede), Balcánica (Grecia, Albania, Bulgaria, República de Macedonia, Serbia, Croacia, Bosnia Herzegovina, Eslovenia, Kosovo y Rumania); además de las penínsulas de Kola (Rusia), Jutlandia (Dinamarca), Bretaña (Francia) y Crimea (Ucrania).
Sus principales islas son Gran Bretaña, Islandia e Irlanda.

Política

Bandera oficial de la Unión Europea.
En la actualidad, la política europea viene marcada por la existencia de un ente al cual pertenecen 27 países de Europa. Se trata de la Unión Europea. Además, tres estados más están pendientes de su entrada a dicha unión (Croacia, Turquía y Macedonia) y muchos otros, principalmente de los Balcanes, están interesados en incorporarse a medio plazo en la Unión Europea.
La inmensa mayoría de estados europeos se rigen por sistemas democráticos. A pesar de ello, no en todos ellos están igual de desarrollados los derechos de los ciudadanos. Eso sí, en casi todos, los derechos fundamentales están garantizados. Es de reseñar que el cumplimiento de estas misivas es indispensable para que un país pueda formar parte de la UE.
Además, son muchos los ciudadanos europeos que pueden moverse libremente entre distintos estados de Europa, dentro del marco del Espacio Schengen.
Europa está representada por diversas naciones. Aunque no todas las naciones aquí representadas tienen estado propio reconocido.

Economía

Naciones europeas según renta per cápita en 2002
La economía de Europa es la más grande del mundo.[cita requerida] Muchos de sus estados pertenecen al primer mundo.
En el siglo XIX se realiza la primera integración moderna de la economía de varios estados europeos a través de la Unión Aduanera de Alemania.
Alemania es económicamente la nación más poderosa de Europa,[cita requerida] seguida por Francia, el Reino Unido e Italia aunque el primero en términos de renta per cápita es, tanto de Europa como del mundo, Luxemburgo. Existe una gran disparidad en la riqueza económica de los distintos países europeos, así, mientras en las cinco principales economías el PIB supera los 20.000 euros por persona, Moldavia apenas sobrepasa los 2.000.
Buena parte de la dinámica económica del continente se enmarca dentro del funcionamiento de la Unión Europea. Desde 2009, dieciséis estados europeos comparten una misma moneda, el euro (€).
La nueva realidad de la economía mundial, que se ha consolidado en el transcurso de la última década, está marcada principalmente por la desintegración de la Unión Soviética, el vertiginoso crecimiento de la República Popular China y la materialización de la unidad económica de buena parte de Europa.
En medio de estos cambios han surgido nuevos polos para la economía mundial que han impulsado el llamado proceso de "Globalización".
Una de las particularidades de la economía europea es el hecho de que varios estados de poca extensión territorial, sin mayores recursos naturales y sin poseer costas, cuentan con economías prósperas y con un elevado nivel de vida. Tal es el caso de Andorra, Luxemburgo, Suiza o Liechtenstein, así como Mónaco, aunque este último posee costas sobre el Mediterráneo.

Demografía

Evolución de la población europea[cita requerida]
Año
Población
50.000.000
73.000.000
45.000.000
140.000.000
187.000.000
266.000.000
420.000.000
728.000.000
732.380.859
732.938.773
La población europea actual es, en su inmensa mayoría, fenotípicamente caucásica, dividida en dos grandes grupos: los nórdicos, que suelen tener una pigmentación de piel blanca clara y rosada, cabello rubio, rojizo o castaño claro y los ojos azules, habitando principalmente en Alemania, Rusia, Reino Unido, Francia, Norte de Italia, Suiza, Suecia, Irlanda, Norte de España, Noruega, Finlandia, Holanda, etc. y los mediterráneos que en su mayoría tienen la piel blanca con un ligero rubor (mejillas semi rojas) en el rostro, cabello oscuro o castaño la gran mayoría con ojos café y en menor cantidad marrones, verdes, grises o azules, viviendo en el Sur de España, sur de Italia, sur de Francia, Portugal, Grecia y los Balcanes. Pero en las regiones intermedias entre estos dos grupos, se encuentran muchas poblaciones que presentan características de ambos.
Fueron varios los grupos étnicos que, a lo largo de los siglos, invadieron el continente europeo, entre ellos destacamos a los íberos, celtas, germanos, vikingos, latinos o romanos, etruscos, helénicos, eslavos, etc. considerados luego autóctonos de dicho continente, a los cuales se suma la migración desde el continente asiático: fenicios, árabes, judíos y gitanos entre otros.
En la actualidad existen otros tipos de inmigrantes, entre ellos los asiáticos del lejano oriente y los provenientes de África y América Latina.

Características de la población

Con respecto a la situación demográfica, destaca el hecho de cómo en el continente europeo la mayor parte de sus habitantes corresponde a una población adulta, con un envejecimiento progresivo y un marcado decrecimiento de la población juvenil. Esta situación ya resulta preocupante en varios países europeos, como Alemania, Austria, Francia, España, Bélgica, Países Bajos, Islandia, los países escandinavos, Dinamarca, Grecia y el Reino Unido, donde se produce una pirámide poblacional invertida con escasa población juvenil y sobre todo infantil. Este fenómeno también se da en Europa Oriental, donde en la década de los 90 del siglo XX, la caída del comunismo provocó un colapso de la natalidad, ya de por si baja dentro de los países comunistas europeos, junto con un brusco aumento de la mortalidad. En los últimos años, la caída de la natalidad en el antiguo bloque comunista se ha amortiguado, permitiendo una recuperación de unos índices de natalidad, más próximos a la estabilización de la población en la actualidad (1,5 hijos por mujer).[7] En países como Irlanda, Italia, Portugal y Suiza, la situación con respecto a la natalidad está más equilibrada, sin el sesgo de la pirámide invertida en su demografía.




Otro rasgo característico de la demografía europea, es la elevada tasa de inmigración, destacando España en los últimos años, donde de tener una población extranjera inferior a los 100.000 habitantes en 1999, se ha pasado a varios millones, ya por encima del 10% de la población y convirtiéndose en el primer receptor europeo de inmigración, superando a los países que tradicionalmente fueron los receptores de la inmigración, como Alemania, Francia o el Reino Unido. En el caso de España, se pasó de 39 millones de habitantes en 1999, y con una pronunciada caída de la población desde los 42 millones que se había dado en los años previos a 1999, a 45 millones en 2006, sin incluir la inmigración ilegal; este hecho sirvió al gobierno español para aumentar el peso dentro del parlamento europeo, al recibir más escaños por su población.
Los problemas asociados al envejecimiento de la población pueden ser resumidos en dos partes, un menor crecimiento económico por los desequilibrios del sistema social y por un rasgo de menor innovación dentro de las sociedades envejecidas, y el mantenimiento del sistema de pensiones, cuya balanza de pagos queda seriamente dañado cuando el número de pensionistas supera al de trabajadores. Por estas dos razones, por considerarse un complemento de los sistemas de ayuda internacional, y por la política de hechos consumados, algunos gobiernos europeos han apoyado la inmigración en épocas de bonanza económica


Conjuntos religiosos:
  • Europa del Norte protestante (Reino Unido, Escandinavia, Alemania del Norte).
  • Europa del Este ortodoxa (Grecia, Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Georgia, Rumanía, Moldavia, Montenegro, Serbia).
  • Europa del Sur, del Oeste y del Centro católica (Ciudad del Vaticano, Portugal, España, Irlanda, Andorra, Mónaco, San Marino, Italia, Francia, Bélgica, sur de Alemania, Polonia, Austria).

INVASIONES BÁRBARAS I
LAS INVASIONES GERMANAS Y LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE
LAS GRANDES INVASIONES BÁRBARAS
Durante decadencia del Imperio Romano, fueron muchos los pueblos bárbaros (extranjeros) que, aprovechando las disidencias internas, se aproximaron a sus fronteras y se establecieron en ellas, presionando en forma permanente para entrar. Si bien las legiones romanas contuvieron todos los intentos realizados, los bárbaros lograron penetrar lentamente entre los siglos I y IV, y establecerse en el interior, hasta que, finalmente, empujados por otros pueblos, lo hicieron en forma violenta.
Estos pueblos fueron:
Los germanos, de raza blanca, establecidos desde el río Rin hasta el Oder, entre los cuales se encontraban los trancos, anglos, alamanes, suevos, borgoñones, daneses, sajones, lombardos, hérulos, vándalos y visigodos, estos últimos divididos en ostrogodos, o godos del Este; y visigodos, o godos del Oeste.
Los eslavos, también de raza blanca, que se ubicaron en el valle inferior del Danubio, en Bohemia y a orillas del rio Vístula, integrados por los venetos, polacos, eslavones, servios, moravos, bosníacos y croatas
Y, por ultimo, los tártaros o mogoles, en su mayoría de raza amarilla, entre los cuales sobresalían los hunos (hiung-un), y quienes derivaron de la mezcla de razas, como loS fineses, lapones, avaros, búlgaros y húngaros o magiares.
Los primeros que penetraron fueron los mogoles, que ya eran dueños del Asia y se convirtieron en el azote de los europeos. De costumbres primitivas, eran hábiles jinetes y temibles combatientes, sin escrúpulos de ninguna naturaleza. Vivían prácticamente a caballo y se alimentaban casi exclusivamente de carne.
Luego lo hicieron los eslavos, en tanto que los germanos renovaron con su aporte las poblaciones de Occidente y contribuyeron a su defensa contra el ataque de los primeros. La gran diferencia entre unos y otros consistió en que los mogoles no buscaban tierras para establecerse, sino pastos para su ganado y ciudades para saquear.
Las Invasiones Bárbaras: Los germanos
Los germanos constituían un pueblo de raza blanca, de ojos azules y cabellos rubios, que sobresalían por su alta estatura y su físico robusto. No vivían agrupados en ciudades, sino en chozas que se encontraban dispersas por el campo aunque distribuidas según las tribus a que pertenecían. Sus actividades principales eran el pastoreo y la agricultura. Elegían sus jefes entre los guerreros más valientes y los obedecían ciegamente. Muchos germanos militaron en las legiones romanas.
En el aspecto social, cultivaban el amor a la familia y guardaban cierta consideración a las mujeres; no tenían leyes escritas y se basaban en la tradición y las costumbres. El padre ejercía un poder absoluto sobre la familia.
Las cuestiones conflictivas eran sometidas al fallo de los jefes en los casos de menor importancia, pero cuando se trataba de asuntos de mayor interés eran considerados por la asamblea de la tribu.
Los germanos teman arraigados los sentimientos de libertad, justicia y dignidad personal. Creían en Odín o Wotan, padre de los dioses, de carácter guerrero, que vivía en el paraíso o Walhala, acompañado por dioses menores, como Freijo, esposa de 0dm, señora del amor y de la muerte, y Donar, hijo de ambos, dios del trueno y la tempestad. El Walhala era un lugar de eternas delicias al que iban aquéllos que en vida habían tenido un buen comportamiento y los que morían en el curso de la guerra, conducidos por las valkirias, diosas también guerreras.
Cuando los hunos atravesaron los montes Urales y empujaron con su presencia a los pueblos radicados en la zona adyacente, provocaron un desbande general de todos los pueblos situados entre los ríos Rin y Danubio.
A partir del siglo I comenzaron a cruzar las fronteras del Imperio Romano, en busca de tierras y botín. No perseguían con ello la destrucción del imperio, ya que consideraban al Estado romano como una admirable organización política, en la que pretendían obtener un lugar. Antes de su caída, el imperio fue incorporando numerosos grupos de germanos como soldados o como colonos. Ellos se comprometían a defender las fronteras, a cultivar las tierras y a reconocer la autoridad del emperador.
Pero en el siglo V este avance pacífico se convirtió en incontrolable para los romanos. Esta irrupción violenta se debió, entre otras cosas, al ataque de un pueblo de Europa oriental, los hunos, que empujó a los germanos hacia el Oeste. Las invasiones germanos al Imperio Romano fueron entonces emigraciones en masa para huir de un terrible enemigo, pero esta vez saquearon las zonas recorridas y respetaron solamente la autoridad de sus jefes; contribuyeron, quizá sin quererlo, al derrumbe de la organización imperial.
Los invasores más importantes se asentaron en el antiguo territorio romano y formaron diversos reinos. Los principales pueblos germanos que se asentaron en el imperio fueron: los ostrogodos, los visigodos y los francos.
 Las Invasiones Bárbaras: Los Ostrogodos
En el año 493, Teodorico, jefe de los ostrogodos, venció luego de encarnizados combates a las fuerzas de Odoacro, rey de los hérulos, que había destituido al último emperador romano.
Instaló entonces en Italia un reino ostrogodo independiente, con capital en Ravena, que duró 60 años. En este período Teodorico mantuvo una política amistosa con la corte imperial de Constantinopla.
En el orden económico, los ostrogodos mantuvieron la administración de impuestos y el sistema burocrático de los romanos.
En el aspecto religioso, los ostrogodos adhirieron al “arrianismo, herejía de origen cristiano, que fue sustentada por un obispo de Alejandría, Arrío (280-336), quien negaba la eternidad de Jesús y no reconocía a la Santísima Trinidad.
Teodorico basó su gobierno en la idea de una convivencia pacífica entre godos y romanos, por lo que respetó la tradición y la cultura del pueblo dominado.
Esta política favoreció un florecimiento cultural en la Italia ostrogoda. Se destacaron las figuras de Boecío, comentador filosófico que tradujo e interpretó a Aristóteles, y Benito de Nursía, quien fundó su propio monasterio en Monte Cassino, al Norte de Nápoles. Allí impuso normas para la vida en los monasterios, que se convirtieron en el acta de fundación” del monacato latino. La regla benedictina combinaba la oración y el trabajo. En adelante, los monasterios serán focos de ciencia y literatura. La actividad desarrollada por Benito de Nursia fue el acontecimiento más importante de la Italia de los ostrogodos.
Las Invasiones Bárbaras: Los visigodos
Los ostrogodos, sorprendidos por el ataque, no atinaron a defenderse y se sometieron, acompañando a los hunos en su sangrienta marcha hasta el centro de Europa. En cambio, los visigodos huyeron hacia la cuenca del Danubio, se instalaron en la Tracia y, como vimos, vencieron al emperador Valente en la batalla de Andrinópolis (378).
Luego fueron contenidos por el emperador Teodosio, que les pagó un tributo, pero a su muerte, durante el reinado de Honorio en Occidente, continuaron su avance a las órdenes de Alarico, quien invadió Grecia, y aunque respeté a Atenas, saqueé a Eleusis e incendié Olimpia. Luego intentó penetrar en Italia, pero fue derrotado en dos oportunidades por Estilicón, uno de los generales de Honorio.
tiempo después, Honorio desplazó a Estilicón, que fue asesinado 108), lo que fue aprovechado por Alarico, que se dirigió directamente a Roma, que se entregó sin combatir. Honorio se refugió en Ravena.
Más tarde los romanos se sublevaron, por lo cual Alarico regresó y sometió a la ciudad a un implacable saqueo (410), durante tres días. Alarico se dirigió luego hacia el centro de Italia, donde falleció. Sus soldados sepultaron su cadáver en un lugar oculto para que no fuera profanado. Su Sucesor, Ataúlfo, pacté con el emperador y se caso con su hermana (412). De esta manera, Honorio logró desplazar a los visigodos hacia la Galia y España, donde fundaron un reino cuya capital fue Tolosa.
Al llegar a la Gália, los visigodos se encontraron con los alanos, suevos, vándalos y burgundios, que habían devastado las ciudades de la región. Solamente los burgundios habían erigido un reino en el Jura y en el valle del Saona. Estos pueblos se dirigieron a la península ibérica y tras ellos fueron los visigodos, que obligaron a los suevos a dirigirse hacia el Norte y a los vándalos hacia el Sur.
En el centro quedaron los alanos. Los vándalos se establecieron en el valle del Guadalquivir, que recibió el nombre de Vandalucía o Andalucía, y luego se dirigieron al Norte de Africa, donde se apoderaron de la ciudad de Hipona y de la región de Numidia, actual Argelia (429). Con ambas regiones fundaron un reino. Por la misma época, los francos comenzaron su establecimiento en el Norte de la Galia.
Las Invasiones Bárbaras: Los hunos
Entretanto, los hunos habían proseguido su marcha y llegado a las orillas del Danubio y del Rin, donde a las órdenes de Atila  amenazaron a los pueblos germanos. Este jefe fue famoso) por su intrepidez y su crueldad, a tal punto que un ermitaño lo llamó el azote de Dios, mote que Atila   aceptó, ufanándose de que donde pisaba su caballo no volvía a crecer la hierba.
En principio Atila , aceptó tierras y tributos de Roma, a cambio de si inercia, pero luego exigió que se le entregara la mitad del Imperio y se k concediera por esposa a la hermana del emperador. Como tales pretensiones fueron rechazadas, Atila invadió la Galia (451) y arrasó varias ciudades hasta llegar a París, cuyos habitantes, aterrorizados estaban resueltos a huir, cuando una joven llamada Genoveva (más tarde venerada por la Iglesia católica como Santa Genoveva) los convenció de que organizaran la resistencia e hicieran penitencia y oración.
En esas circunstancias, Atila, respondiendo al llamado del rey de los alanos, se dirigió a sitiar la ciudad de Orleáns, donde pensaba establecer su base de operaciones en la Galia. Aunque los habitantes de Orleáns, alentados por su obispo San Aiñan, resistieron denodadamente, finalmente fueron abatidos y se vieron obligados a entregar la plaza. Poco después llegó un ejército integrado por visigodos, burgundios y francos, comandado por el general Aecio, prefecto de la Galia, —llamado el ultimo de los romanos—, ante lo cual Atila abandonó la ciudad y retrocedió con sus tropas hasta los Campos Cataláunicos, en la Champaña, donde se libró una memorable batalla en la que se enfrentaron las fuerzas que conducía, integradas por una infinidad de pueblos de distinto origen, con el ejercito romano de Aecio, en el que militaban entre otros, los francos, sajones, galos, visigodos, borgoñones y alanos. El encuentro fue encarnizado y muy cruento, finalizando con el triunfo de Aecio, quien permitió que Atila se retirara.
Este se dirigió entonces a Italia, donde sitio y arrasó la ciudad de Aquíleya. Desde allí emprendió la marcha hacia Roma, pero la intercesión del papa San León, que tuvo la valentía de ir a su campamento para concertar la paz, obtuvo su alejamiento a cambio de un tributo. Atila retrocedió hasta el Danubio y al año siguiente murió repentinamente (453con lo cual sus seguidores se dividieron.

Pueblos germánicos

 

PUEBLOS GERMÁNICOS
Principales tribus*
Grupo
Asentamiento
Norte y centro, luego sur de Alemania
Islas Británicas y Sajonia (márgenes del río Elba en la actual Alemania)
Centro de Alemania (Renania), luego sureste de Francia y oeste de Suiza
Francia y centro de Alemania
Norte de Italia
Italia
Noroeste de la península Ibérica
Sur de Francia, Península Ibérica y Magreb
(*) Recibían diversos nombres por los pueblos invadidos, no siempre coincidentes con los que ellos mismos se daban.
Los pueblos germanos o germánicos fueron una etnia de origen indoeuropeo que pertenecía al grupo de las tribus que ocupaban la región ubicada al norte del Imperio Romano, conocida como Germania. Las tribus germánicas más conocidas son los godos, los Sajones, los Alamanes, los Lombardos, los francos, los burgundios, los vándalos y los suevos. A pesar de constituir tribus separadas, los germanos poseían características muy similares.

Origen de la denominación

Como los romanos los consideraban formidables guerreros, es probable que su denominación provenga del término germánico heer-mann, hombre de guerra, que también dio origen a los actuales nombres propios Hernán y Germán. Puede también provenir de Hermann, el caudillo germano que masacró las legiones de Varo en la batalla del bosque de Teutoburgo. Esta derrota caló hondo en el orgullo de los romanos, ya que debieron replegarse a la ribera izquierda del Rin, frontera que perduró hasta la desintegración del Imperio Romano.

Historia

Según los hallazgos arqueológicos, se establecieron hacia el año 500 a. C. sobre las costas del Mar Negro y el Mar Báltico. Los antiguos griegos no supieron de su existencia y los romanos solo los conocieron cuando los germanos comenzaron a avanzar hacia el interior de Europa alrededor del comienzo de la Era cristiana. Este avance pudo haber sido causado por catástrofes naturales o por su gran aumento demográfico. Se estima que en esa época sumaban entre uno y cuatro millones, contra menos de un millón de romanos y sus vasallos. Para contener sus avances, los romanos crearon una frontera fortificada, el limes («límite» o «frontera», en castellano), a lo largo del Rin y el Danubio.

El comienzo de las invasiones

Entre los años 235 y 285, Roma estuvo sumida en un periodo de caos y guerras civiles. Esto debilitó las fronteras, y los germanos, en busca de nuevas tierras, se desplazaron hasta la frontera norte del Imperio. Los emperadores de la época permitieron el ingreso de los germanos bajo dos condiciones: debían actuar como colonos y trabajar las tierras, además de ejercer como vigilantes de frontera. Sin embargo, la paz se acabó cuando Atila, el rey de los hunos, comenzó a hostigar a los germanos, que invadieron el Imperio. Luego de la retirada de los hunos, las tribus bárbaras se establecieron en el interior del Imperio: los francos y burgundios tomaron la Galia, los suevos, vándalos y visigodos se asentaron en Hispania, los hérulos tomaron la península Itálica tras derrotar y destituir al último emperador romano, Rómulo Augústulo. Posteriormente, los hérulos se enfrentarían a los ostrogodos, saliendo estos últimos victoriosos y tomando el control de toda la península.

Los reinos germánicos

Los distintos pueblos germánicos se asentaron en diferentes zonas del antiguo Imperio Romano de Occidente, fundando reinos en los que los germanos pretendieron inicialmente segregarse como una élite social separada de la mayoría de la población local. Con el tiempo, los más estables de entre ellos (visigodos y francos) consiguieron la fusión de las dos comunidades en los aspectos religioso, legislativo y social.
La diferencia cultural y de grado de civilización entre los pueblos germánicos y el Imperio romano era muy notable, y su contacto produjo la asimilación por los germanos de muchas de las costumbres e instituciones romanas, mientras que otras propias de sus antiguas tradiciones e instituciones se conservaron, formando así la cultura que se desarrolló en la Europa medieval y que es la base de la actual civilización occidental.

Características comunes

La cultura del Bronce (alrededor de 1200 a. C.) en el norte de Europa.
Todos los pueblos germánicos se regían por una monarquía electiva. El rey o jefe de la tribu era elegido por una asamblea de guerreros, que además administraban la justicia, pactaban la paz o declaraban la guerra. No poseían un código legislativo, por lo que se regían por el derecho consuetudinario.
La organización en cuanto al poder era bastante simple. La clase de los nobles, que tenían acceso a los puestos de mando (asamblea de guerreros, mandos militares) y podían ser nombrados reyes de su tribu. Los hombres libres, quienes formaban parte del ejército, practicaban la caza y otras actividades cotidianas. Los esclavos, quienes debían trabajar las tierras y obedecer a un amo; sin embargo, recibían un trato más o menos similar al de un hombre libre, al contrario de culturas como la griega y la romana.

Cultura

Odin montando a Sleipnir (Tängvide imagen en piedra, siglo VIII).
Aunque aparentemente compartían una lengua ancestral común, al momento de su avance sobre el interior europeo ya tenían varios dialectos hablados principalmente por:
  • los pueblos nórdicos o escandinavos,
  • los germanos occidentales,
  • los germanos orientales.
Su organización social era de tribus independientes, que ocasionalmente se confederaban para la guerra, aunque a menudo también lo hacían entre ellas. Eran pastores y agricultores seminómadas, cuyos asentamientos eran poco duraderos. No tenían alfabeto (el rúnico de los escandinavos se usaba sólo para fines religiosos), por lo que no hay registros escritos de su historia hasta su encuentro con los romanos. Tenían esclavos y hacían vasallos semilibres a los pueblos conquistados. Algunas tribus, como los francos salios, establecieron relaciones de clientela con los romanos, sirviendo ocasionalmente en sus ejércitos. Estas relaciones sentaron la base del futuro régimen feudal, y los dominios que establecieron fueron el origen de los reinos medievales y los actuales países europeos.




Otro rasgo característico de la demografía europea, es la elevada tasa de inmigración, destacando España en los últimos años, donde de tener una población extranjera inferior a los 100.000 habitantes en 1999, se ha pasado a varios millones, ya por encima del 10% de la población y convirtiéndose en el primer receptor europeo de inmigración, superando a los países que tradicionalmente fueron los receptores de la inmigración, como Alemania, Francia o el Reino Unido. En el caso de España, se pasó de 39 millones de habitantes en 1999, y con una pronunciada caída de la población desde los 42 millones que se había dado en los años previos a 1999, a 45 millones en 2006, sin incluir la inmigración ilegal; este hecho sirvió al gobierno español para aumentar el peso dentro del parlamento europeo, al recibir más escaños por su población.
Los problemas asociados al envejecimiento de la población pueden ser resumidos en dos partes, un menor crecimiento económico por los desequilibrios del sistema social y por un rasgo de menor innovación dentro de las sociedades envejecidas, y el mantenimiento del sistema de pensiones, cuya balanza de pagos queda seriamente dañado cuando el número de pensionistas supera al de trabajadores. Por estas dos razones, por considerarse un complemento de los sistemas de ayuda internacional, y por la política de hechos consumados, algunos gobiernos europeos han apoyado la inmigración en épocas de bonanza económica






EL IMPERIO BIZANTINO: Mientras en Occidente la invasión de los bárbaros terminó con la unidad política, en Oriente, el Imperio Romano se mantuvo intacto y sobrevivió durante mil años más. Constantinopla, su capital, emplazada en la antigua colonia griega de Bizancio, contaba con una excelente situación económica que le permitió mantener un ejército bien dotado y una administración eficaz. Con estos elementos consiguió superar y desviar los ataques exteriores. La historia del Imperio Romano de Oriente comenzó en el año 395, cuando Teodosio el Grande dividió el imperio entre sus dos hijos, y a Arcadio le asignó el bizantino. En el siglo VI surgió un emperador que soñó con unificar el antiguo Imperio Romano y dedicó sus esfuerzos a lograrlo.
Justiniano
Justiniano: “la renovación imperial” Justiniano (527-565), que pertenecía a una dinastía de origen macedónico, considerada a Bizancio como la única sucesora legítima de la grandeza de Roma. Intentó recuperar la unidad romana y para ello atendió dos aspectos fundamentales: la reconquisto de los territorios occidentales y el fortalecimiento del poder real.
En el año 527, al morir el viejo, emperador Justiniano, le sucedió su sobrino. Justiniano. Pertenecía a una humilde familia de campesinos macedónicos, pero poseía gran talento: era sumamente culto y de gran inclinación artística, aunque carecía de energía suficiente. Estaba casado con la célebre TEODORA, mujer de fama escandalosa, pero dotada de extraordinario talento e indomable voluntad. A ella debió Justiniano. gran parte del éxito de su gobierno.
Apenas llegados al trono, el sueño de la pareja imperial fue volver a resucitar el antiguo Imperio Romano. Y para integrarlo, Justiniano planeó numerosas campañas, sirviéndose de los dos militares más grandes de su época, los generales BELISARIO y NARSES
• Comenzó invadiendo el norte de África y apoderándose, en el año 533, del reino que allí habían establecido Los Vándalos.
• Luego sus tropas cruzaron el estrecho y atacaron a los Visigodos, adueñándose de toda la zona sur de España.
• Después emprendió lo más difícil: la reconquista de Italia, dominada en ese entonces por los Ostrogodos. La guerra fue larga y costosa, pero en el 553 los orientales eran dueños de toda la península.
Así estuvieron a un paso de reconstruir el antiguo Imperio: todo el Mediterraneo era nuevamente un ‘lago romano”, y sólo faltaba reconquistar las Galias y las provincias del Danubio.
Pero este sueño no pudo realizarse: en él otro extremo del imperio se habían levantado, una vez mas, los eternos enemigos de los romanos:
Los Persas:
• Los Persas estaban viviendo un período de esplendor, y acaudillados por su rey CÓSROES, obtuvieronn varios triunfos frente a los generales de JUSTINIANO. La lucha se suspendió cuando el emperador se comprometió a pagarles un tributo anual.
• Además, por ese mismo tiempo, a través de la Macedonia se venía abriendo paso nuevas tribus asiáticas: los Avaros y los Búlgaros; en algunas oportunidades llegaron casi basta las murallas de la capital, y costó mucho hacerlos retroceder.
Todos estos contratiempos impidieron que JUSTINIANO realizara su proyecto. Sin embargo tuvo aún mayor mérito al fijar definitivamente las leyes romanas: el Derecho Romano.
EL CODIGO JUSTINIANO: En cuanto a la organización interna, Justiniano dispuso una gran codificación del derecho romano, que contribuía, además, al basamento de su poder. En el año 528 ordenó elaborar un Código que recogía todos los decretos imperiales que se habían redactado a partir del Edicto Perpetuo de Adriano,
A poco de subir al trono, el emperador encargó a su amigo el gran jurista TRIBONIANO que revisara todas las Leyes Romanas a partir del Edicto Perpetuo de Adriano, las armonizara con el cristianismo y finalmente las ordenara por materias. Y en el año 530 promulgó el famoso CÓDIGO que de inmediato se transformó en la base jurídica del Imperio y de todo el Occidente.
Poco después, esta obra se completó 0con una colección de opinión y sentencias de los más famosos jueces romanos, las PANDECTAS,. Digesto, y además un manual para los estudiantes de abogacía, INSTITUTAS. Finalmente, le añadió las NOVELAS, es decir las ley nuevas promulgadas durante su gobierno.
Así, por obra de Justiniano, Roma continuo rigiendo al mundo sus leyes, casi hasta nuestro siglo. También tuvo tiempo este gran emperador para dar un fantástico impulso a las artes: en Constantinopla se multiplicaron los palacios los templos ‘más espléndidos del mundo, y su Corte Imperial fue más fastuosa y brillante que hasta entonces se había conocido.
Pero entre todas las obras sobresalió, sin discusión, la Catedral Santa Sofía (imagen): su lujo y su esplendor en mármoles, mosaicos y pedreria constituyeron el símbolo de la gloria del Imperio.
En Bizancio el poder del emperador era absoluto, no tenía ningún límite de carácter constitucional. La Iglesia también estaba halo su autoridad, existía el cesaropapismo. En Occidente, en cambio, la Iglesia mantuvo su independencia respecto del Estado.
(En azul se puede apreciar los territorios ganados por Justiniano)
Cesaropapismo: intromisión del poder político en las cuestiones eclesiásticas, “el César es el jefe del Estado y el jefe de la Iglesia”. Justiniano intervenía activamente en la religión: designaba a los prelados, resolvía cuestiones de fe, componía cantos litúrgicos
Los territorios recuperados por Justiniano se perdieron para el imperio luego de su muerte.
Y A fines del siglo VI, los lombardos invadieron Italia y los visigodos restablecieron su poderío en las costas de España.
En el siglo VII, un nuevo poder, el de los árabes y el Islam, le arrebató extensos territorios (Egipto, Siria, Palestina y Africa). A partir del siglo IX se instalaron en los Balcanes pueblos de origen eslavo (croatas y serbios).
El Imperio Bizantino quedó limitado al dominio del Asia Menor; su límite Norte era Tracia. Igualmente, con períodos de esplendor y decadencia, Constantinopla fue la única gran ciudad” de la Edad Media; heredera del esplendor y la vida animada de Roma, logró mantenerse independiente hasta el siglo XV, cuando fue conquistada por el poder turco.
Constantinopla: “un gran centro comercial’
La actividad básica de la economía bizantina fue agricultura, complementada con una importante actividad artesanal. En las ciudades del imperio se desarrollaron las industrias textiles, la cerámica, la orfebrería, el mosaico Constantinopla, por su privilegiada situación geográfica comerciaba con el Norte, Oriente y Occidente. Actuaban en realidad, como intermediaria comercial, compra de productos de Oriente, generalmente de luto (especies piedras preciosas, oro) y los vendía en Occidente. Constantinopla se convirtió de este modo en un centro comercial muy importante; su moneda de oro, bezante, fue muy utilizada.
La cultura bizantina: punto de unión entre Oriente y Occidente Podríamos definirla como una cultura síntesis en la que confluyeron diferentes aportes: los grecorromanos, los cristianos y los orientales. Constantinopla fue el centro de una civilización que perduró hasta el siglo XV y que actuó como depositaria y salvadora de la tradición de la antigüedad clásica. En Bizancio se preservó gran parte de las obras literarias de griegos y romanos. Justiniano realizó también una importante codificación de las leyes romanas. Además del Código ya mencionado que recogía los decretos imperiales, su labor continuó con:
Y El Digesto o Pandectas: reunía los textos de los juristas romanos importantes.
Las Institutos: destinadas a los estudiantes, contenían los principios básicos del derecho. Y Las Novelas: consunto de leyes nuevas.
El Imperio Bizantino desempeñó además un papel importante en la difusión del cristianismo y la cultura grecorromana en la zona de los Balcanes y las estepas rusas. En suma, fue “el punto de unión” entre Oriente y Occidente.
Las artes
En ellas podemos advertir las influencias griegas (en el equilibrio y la armonía de las formas orientales y en el predominio del gusto por la decoración) y cristianas (en la elección de temas como la glorificación de Cristo, la Virgen y los apóstoles).
La arquitectura bizantina fue su más bella expresión. Los ejemplos más importantes son la catedral de Santa Sofía, de Constantinopla y la iglesia de San Vital, en Ravena. Su particularidad es el uso de la cúpula en la construcción de las iglesias.
La pintura y la escultura fueron concebidas en Bizancio como artes accesorias o complementarias de la arquitectura. Trabajaron sobre todo los mosaicos para la dec oración (paredes y bóvedas). En cambio, se destacaron en las llamadas artes industriales’: la fabricación de joyas y toda clase de objetos suntuarios, realizados con oro, plata y piedras preciosas; los tejidos de seda; los bordados y las encuadernaciones, muy apreciadas en las regiones con las que comerciaban.
EL ESCUDO DE EUROPA: Uno de los grandes méritos del Imperio de Oriente fue que durante toda la Edad Media, mientras las jóvenes naciones europeas completaban su formación, Bizancio les sirvió’ de escudo parando los golpes de los pueblos bárbaros que Asia, vuelta a vuelta, lanzaba contra el Mediterráneo: persas, bulgaros, árabes y turcos. Estos últimos fueron sus más feroces enemigos.: el feudalismo |         
¿Qué es el feudalismo?

Monarca, señores, vasallos y siervos
La mejor manera de entender la sociedad feudal es visualizándola como una pirámide. En la cumbre estaban el monarca y el Papado, en seguida se ubicaban los nobles y la jerarquía eclesiástica, y los campesinos constituían la base.

El feudalismo se caracteriza por un tipo de relación social que se conoce como vasallaje, que se dio básicamente entre los nobles y el monarca. El vasallaje se define como un conjunto de instituciones que crean y rigen obligaciones de obediencia y servicio —principalmente militar— por parte de un hombre libre llamado “vasallo” hacia un hombre libre llamado “señor” y obligaciones de protección y sostenimiento por parte del “señor” respecto del “vasallo”. La mayoría de las veces la obligación de sostenimiento del señor implicaba que éste otorgara al vasallo la posesión de una extensión de tierra llamada “feudo”. El feudo o propiedad territorial fue la pieza clave de los lazos de dependencia entre un señor y un vasallo.
Por ejemplo, si un noble daba un feudo (tierras) a otro noble, éste se convertía en vasallo del señor que le otorgaba la propiedad. A su vez este señor era vasallo de otro noble (señor) que le había dado un feudo, y de este modo se creaba una cadena de señores y vasallos que se debían lealtad y obligaciones unos a otros. Así los nobles eran señores y simultáneamente vasallos. Nominalmente, todos los señores eran vasallos del rey. Sin embargo, en la práctica hubo señores feudales tan poderosos como el monarca. El monarca era un soberano feudal de sus vasallos a quienes estaba ligado por vínculos recíprocos de fidelidad. Los recursos económicos del rey residían casi exclusivamente en sus dominios personales como señor, y sus llamadas a sus vasallos tenían una naturaleza esencialmente militar. El monarca sólo era señor de sus propios dominios; en el resto de su imperio era en gran medida una figura ceremonial.
Dentro del feudo o espacio territorial de los señores vivían campesinos que no eran propiedad personal del señor feudal, pero tampoco eran hombres libres sino “siervos”. Los siervos tenían la obligación de entregar parte de su trabajo agrícola y de realizar determinadas obligaciones laborales para su señor. Para el siglo X la gran mayoría del campesinado vivía una condición de servidumbre. Es decir, los campesinos que ocupaban y cultivaban la tierra no eran sus propietarios. El campesino que era siervo de un señor feudal estaba totalmente sometido a la voluntad de su señor.

En resumen: encima de la masa de siervos se establece una pirámide de señores feudales, en la que siempre un señor feudal debe obediencia y vasallaje al superior, hasta culminar en el monarca, que está en la cúspide de la pirámide social. El establecimiento de los nobles y terratenientes locales en las provincias por medio del sistema de feudos, así como la consolidación de sus dominios sobre el campesinado, constituyen los cimientos del feudalismo. En este sistema de vida quien posee tierra posee poder y quien no tiene tierra forma parte de la servidumbre.

Las cruzadas
Dentro de la historia, las cruzadas fueron una serie de expediciones militares (1096-1291), organizadas por los caballeros de la cristiandad occidental, bajo la dirección de la Santa Sede, con el fin de expulsar a los musulmanes de los Santos Lugares.
Urbano II, a través de su llamamiento en el Concilio de Clairmont (1095), logró poner en marcha el feudalismo bajo la dirección de la Iglesia. Además, los que se encontraban en el discurso de Urbano II, se sintieron conmovidos. Urbano II distribuyó unas cruces de paño rojo a los cientos de caballeros para que se las pusieran en la espalda, o sobre la parte de la armadura que resguardaba la cabeza y el rostro. Por este hecho se les llamó precisamente "los cruzados" y durante los meses siguientes Urbano II viajó a Francia para organizar la expedición.
Los jefes y soldados de la Primera Cruzada eran en su mayoría franceses, cada capitán comandaba su propio ejército. Se tomó el acuerdo de que todas las fuerzas militares se encontrarían en las cercanías de Constantinopla en 1099 y allí empezarían las operaciones contra los turcos.
Los que tomaron parte en la Primera Cruzada fueron Godofredo de Bouillon, Bohemundo de Tarento y el conde Raimundo IV de Tolosa, al mando de las fuerzas lorenesas, normandas y provenzales, respectivamente. El fin de esta cruzada fue en 1099 y sus resultados fueron la toma de Nicea (1097), Antioquia (1098) y Jerusalén (1099). Se crearon los reinos de Jerusalén y establecimientos latinos en la costa asiática.
La Segunda Cruzada (1147-1149). En Europa, las noticias de la caída de Edesa produjeron una alarma inmediata, especialmente entre los dirigentes de la Iglesia. El Islam estaba dispuesto a expulsar a los cristianos de Tierra Santa. El Papa Eugenio II confió en una segunda cruzada al más importante clérigo de la Iglesia de esa época, San Bernardo de Claraval. Fue dirigida por Luis VII de Francia y Conrado III de Alemania y se retiró después del fracaso del asalto a Damasco en el 1148. En los treinta años que siguieron al fracaso de la Segunda Cruzada, Tierra Santa sufrió una total y amenazadora transformación. Por primera vez, los musulmanes se unieron en un gran ejercito contra sus invasores. Las campanas de las iglesias fueron fundidas y los suelos y paredes de la mezquita de Omar purificados con agua de rosas.
La Tercera Cruzada (1189-92). Urbano III muere y le sucede Gregorio VII. Esta cruzada es consecuencia de la derrota de Hattín y la toma de Jerusalén en 1187 por Saladino. Fue organizada por Felipe Augusto II de Francia, Ricardo I Corazón de León de Inglaterra y Federico I Barbarroja de Alemania. Este último murió en Silicia en 1190; Corazón de León tomó Chipre en 1191 y luego con Felipe Augusto II toman Acre en 1191. Ricardo estableció una tregua de tres años con Saladino. El poder del Islam bajo Saladino parecía insuperable. Saladino muere y los musulmanes se sintieron desvalidos.
La Cuarta Cruzada (1202-04). Inspirada por Inocencio III, el Papa en 1198. Se compone predominantemente de franceses, destacando Bonifacio de Montferrato y Teobaldo de Champaña. Debido a la intervención veneciana, tuvo como consecuencia la fundación del Imperio Latino de Constantinopla en 1204. Los cruzados sólo podían obtener los barcos en Venecia, Pisa o Génova, ciudades que eran poderosísimas e importantes centros culturales y comerciales. Hacia 1205, el Imperio Latino alcanzó su mayor extensión. Bonifacio resultó muerto en una batalla contra los búlgaros. La fragilidad del Imperio Latino era evidente.
La Cruzada de los Niños (1212). Miles de niños se concentraron en Francia y en el Oeste de Alemania e iniciaron una penosa marcha con intención de llegar a Tierra Santa y reconquistar Jerusalén. Consiguieron alcanzar Marsella y puertos del sur de Europa. Pocos fueron los sobrevivientes de esta cruzada.
La Quinta Cruzada (1217-1221). Proclamada por Inocencio III. Intervienen en esta: Juan de Brienne, que era el rey titular de Jerusalén y Andrés II de Hungría. Después de ser derrotados ante el monte Tabor, los cruzados pasaron a Egipto y ocuparon por un tiempo Dalmietta. Los cruzados esperaban conquistar Egipto pero no triunfaron, porque el sultán los amenazó inundando las zonas rivereñas del bajo Nilo y pidieron la paz.
La Sexta Cruzada (1228-1233). Fue una cruzada imperial, organizada por el excomulgado Federico II de Alemania y por medios diplomáticos que consistían en el Tratado de Jaffa (firmado también por el Sultán y Federico II), logró la recuperación de Jerusalén, Belén y Nazareth.
La Séptima Cruzada (1248). La atención de Federico se centró en el conflicto con el Papado. Esta cruzada fue muy parecida a la Quinta Cruzada, preparada con el mismo criterio, con parecida ignorancia y culminada con igual desastre. Fue la respuesta a la derrota de Gaza en 1244. San Luis, mal aconsejado, dirigió sus fuerzas contra el Cairo, pero fueron cercados y vencidos en Mansurah.
La Octava Cruzada (1270). Dirigida por San Luis en contra de Túnez. Los cruzados desembarcaron en el norte de África y fueron bloqueados en Cartago. Les faltó agua y una peste se cernía sobre el ejército. Concluye con la muerte de San Luis.
Las Cruzadas fueron suspendidas a partir de la caída de Acre en el año de 1291 aunque todavía se predicaron algunas. Cabe destacar que las dos ultimas cruzadas fueron una iniciativa personal de Luis IX de Francia.



La vida cotidiana en la Edad Media


-Tanto en el campo como en la ciudad la vida de los hombres y las mujeres medievales era muy dura. Las viviendas y el vestido eran en general pobres y la dieta se hacía a base de cereales y legumbres. Las fiestas tenían una importante función social.
 

Las ciudades medievales

Las ciudades medievales estaban rodeadas de altas murallas para su protección. En sus puertas se cobraban los impuestos sobre las mercancías que entraban en la ciudad. Las puertas se cerraban por la noche.


Los edificios más destacados eran la catedral, el ayuntamiento y los palacios de algunos nobles y burgueses. La ciudad se dividía en barrios, cada uno con su propia parroquia. El resto del espacio estaba ocupado por un enjambre de calles estrechas y tortuosas, entre las que, en ocasiones, había pequeños huertos.


Había un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y campesinos ponían sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas y los ajusticiamientos.


El ambiente de las ciudades era muy insano. Pocas calles estaban empedradas, por lo que se caminaba entre el barro. Las ciudades carecían de alcantarillas y los desperdicios de las casas se arrojaban directamente a las calles. Por ellas correteaban también los animales domésticos (gallinas, cerdos, etc.) que poseían algunos habitantes. Por todo esto, las enfermedades eran frecuentes. Como muchas viviendas eran de madera se producían numerosos incendios.




 - Comercio e industria



Las crisis políticas y económicas del último período romano y las invasiones germánicas redujeron, tanto el tamaño como la importancia económica de las ciudades europeas. Tras el colapso del poder romano, el comercio internacional decayó - aunque no cesó -, esa decadencia comercial contribuyó a la depresión de las ciudades. Durante los siglos VI al VIII, fue insuficiente el comercio y la actividad gubernamental para estimular la recuperación de los centros urbanos. Los últimos carolingios trataron de revivir el comercio internacional. Invitaron a las comunidades de comerciantes judíos a emigrar a las ciudades del norte de Italia, se les concedieron privilegios y protección. Durante los siglos IX y X, ellos fomentaron un comercio activo con el Mediterráneo y proporcionaron una salida económica para los excedentes agrícolas de los grandes estados del norte. Para continuar esta política, los reyes extendieron una red comercial establecida anteriormente por comerciantes experimentados.


Después de que los califas fatimíes conquistaron Egipto en el 969 y reformaron el sistema fiscal egipcio para estimular el comercio, la recuperación de las ciudades italianas ganó en rapidez. El comercio italiano se benefició en este período con la desorganización de las rutas del norte entre el Oriente Medio y Europa, que iban a través de Rusia a las regiones del Báltico. Nuevos invasores bloqueaban continuamente esas antiguas rutas. Como resultado, desde finales del siglo X, se hizo común en Europa la competencia entre mercaderes italianos y las pequeñas comunidades israelitas. La lana fue el material básico para la confección de ropas en el oeste de Europa, convertir la lana en ropa creó oportunidades de trabajo a los especialistas.


El mercado de la buena lana, desarrollado como una parte de la producción agrícola, creó riquezas. Flandes, el principal mercado de lana, se convirtió en el centro de la producción textil industrializada. Hasta la revolución industrial del siglo XIX, esta industria fue la más importante del oeste de Europa. Flandes fue la región más urbanizada de la Europa medieval. Sin embargo, los señores feudales locales aún sometían la mayoría de las ciudades.


Así surgieron nuevos centros urbanos alrededor de los viejos, villas bien ubicadas que existieron bajo la autoridad del señor de la villa. Esta división política tuvo un efecto perjudicial en la economía comercial de las ciudades. Los señores impusieron impuestos, peajes y derechos de mercado para aprovecharse de la riqueza comercial de sus ciudades, los comerciantes que viajaban de una ciudad a otra tenían que pagar tributos en repetidas ocasiones. A finales del siglo XI, se crearon nuevas condiciones políticas que favorecieran al comercio.


La divisa que permitió a las ciudades y a los reyes escapar del poder de los señores locales fue el privilegio real de incorporación. Los comerciantes de una ciudad solicitaban al rey un privilegio para gobernarse como una corporación independiente bajo la ley y su protección. El movimiento de los privilegios se extendió rápidamente por Europa. Los patriarcas y reyes de la ciudad reconocieron que la libertad era una condición necesaria para el desarrollo del comercio y la industria. Los comerciantes, quienes habían formado grupos para organizar y controlar sus actividades comerciales, dominaban entonces sus nuevas corporaciones urbanas. Otros grupos de artesanos urbanos - como carniceros, tejedores y herreros- también formaron sus gremios.

Los artesanos competían con los comerciantes por el poder político en las ciudades. Donde las actividades industriales eran muy importantes para la economía de las ciudades, los gremios artesanales también tenían poder económico y social como para ganar el poder político. En la Edad Media, la competencia por el poder en esas ciudades con frecuencia provocó motines y revoluciones.

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